jueves, 20 de junio de 2013

La Actitud Innovadora

No hay recetas mágicas para desarrollar una innovación exitosa, al menos ninguna receta exacta que permita asegurar un éxito total en el estudio de una idea. Ni siquiera alguna aproximación o fórmula que permita reducir el riesgo de dichos proyectos. Solo podría decir, como conclusión de las diversas experiencias y casos estudiados, que mientras más intentes innovar, en algún momento aumenta de forma importante la probabilidad de tener éxito, fundamentalmente por el desarrollo de la musculatura personal o corporativa para lograrlo. Y por eso solo existen recomendaciones, mejores prácticas, o buenas intenciones que, al final del día, terminan ahuyentando a la gran mayoría de directivos que prefieren no tomar riesgos y apostar por proyectos seguros, aún cuando hayan vociferado a los cuatro vientos que quieren abrazar la innovación y para siempre, como si fuera una nueva moda del management.

Creo, basado en mi experiencia personal en ésta materia, que el problema es anterior. No se trata de correr a abrazar la innovación, para colocarla en el afiche de la misión y visión corporativa, ni siquiera de tratar de entenderla: es un problema de actitud. Y la actitud, como todo driver emocional, si no es propicia al riesgo y a lo nuevo, bloquea sistemáticamente la posibilidad de ver o entender esas sutiles relaciones no evidentes entre las componentes fundamentales de los sistemas que queremos modelar o explicar, pero que no por ello son inexistentes. Están igualmente allí, pero no logran presentarse ante cualquier observador.

Es decir, si un proyecto es muy bueno y no tiene 'peros'... ¡dime donde invierto! Pero la innovación no es tan fácil, al menos no para la gente normal. Las ideas que creamos, prometedoras o no, producen miles y miles de 'peros' que, como ladrillos, levantan una muralla muy difícil de saltar. Y mientras más alta la muralla que construimos, menor la esperanza de poder saltarla. Y ese es exactamente el punto que quiero desarrollar, porque es allí donde se necesita una actitud innovadora, o atreverse a dar un paso no necesariamente 'by the book' y que podría ser en falso. Porque cuando vemos que la muralla es muy alta y la incertidumbre, el desconocimiento, y la ignorancia en su buen sentido, alimentan éstos 'peros' que van aumentando su altura, vamos asumiendo mientras la alimentamos que será imposible saltarla. Pero, ¿quién dijo que tenemos que saltarla?; ¿quién dijo que no podemos saltarla?; ¿conocemos la fuerza potencial de la idea como para ‘medir’ la capacidad de ese salto, si fuera el caso?; ¿no podemos rodear la muralla?; ¿no podemos escalar la muralla?... En fin, podría escribir varias páginas de preguntas de la misma índole. 

Al momento de hacer una evaluación temprana, muy necesaria cuando se trata de innovación, tendemos a valorizar y/o cuantificar los datos inciertos de tal manera como si fuera cualquier otro tipo de proyecto, y he ahí el error. Estamos haciendo algo nuevo, y no tenemos porqué asumir que ciertas condiciones o cosas sucederán. Hay que evaluarlas, y evaluarlas muy bien antes de emitir juicios, porque para eso estamos, para eso somos profesionales, para eso al menos yo estudié seis años de ingeniería y dos años más de un magister, porque las integrales y las sumatorias no son solo herramientas de tortura estudiantil... Pero, por sobre todo, hay que hacer la pega antes de asumir como verdaderos ciertos rumores, comentarios de pasillo, etc., porque solo conociendo el real potencial de la innovación podremos conocer la fuerza del atleta que requiere ‘saltar la muralla’. O a lo mejor descubrimos que una pequeña pulga la puede franquear con éxito, entendiendo con ello que pueden ser otros, con menos grasa corporativa y con mayor capacidad de emprendimiento, quienes puedan tener éxito allí donde las grandes empresas fallan en la innovación, lo cual nos permitiría abrir filiales, apoyar a terceros en una suerte de ecosistema en torno a mi corporación, etc.

Si vamos a colocar vallas en la carrera, y no porque seamos majaderos anti innovación o conservadores ni nada por el estilo, necesitamos primero conocer esas vallas, como están emplazadas, que altura tienen, además de entender simultáneamente y al mayor detalle posible si nuestro atleta logrará sortearlas, cuanta fuerza tiene, de que necesita alimentarse, que entrenamiento debe tener, que músculos debe desarrollar, porque de lo contrario no estamos evaluando, sino simplemente prejuzgando para no avanzar en esa dirección. Y esa es la actitud ganadora, la actitud innovadora, que debe estar presente cuando queremos y buscamos cosas nuevas. Ese es creo yo el chip que hay que cambiar. Y no estoy diciendo para nada que debamos lanzarnos de cabeza a cualquier idea loca que se nos ocurra, sino dar la verdadera y honesta posibilidad de que la idea con potencial innovador compita en una cancha pareja con los 'peros' que dicha idea puede llegar a presentar.

Y decirlo no es tan difícil, pero hacerlo, actuar con aquella convicción de actitud que solo tienen algunos iniciados, no es para nada fácil ni común. Respondemos ante lo nuevo con el conocido ‘cerebro de lagarto’ que tenemos alojado en nuestras cabezas, heredado de nuestros antepasados menos complejos que les permitió (y nos permite a nosotros) responder instintivamente ante escenarios de cambio que pueden poner en peligro nuestra existencia (como personas) o viabilidad de largo plazo (como sistemas). Pero hemos logrado evolucionar bastante desde aquella biología original, y debemos entonces desarrollar ésa actitud, la de evaluar en condiciones parejas y a la vez buscar y propiciar dicha igualdad, antes de desechar basado en rumores, murallas de 'peros' u otros prejuicios que no ayudan, porque al final la medida de lo que es caro o barato no son absolutas, son completamente relativas a la rentabilidad, utilidad u otros beneficios que pueda producir un proyecto, y que no siempre (y menos en ésta época y a futuro) son posibles de cuantificar económicamente.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Una década de Alegrías y Sufrimiento


La última vez que estuvimos en ese amargo y ansioso trance de subir a primera división fue el año 2003. Faltando cuatro fechas para terminar el campeonato, jugábamos con uno de los colistas eternos del fútbol de ascenso, Lota Schwager, de locales en Sausalito y en donde solo necesitábamos el empate. Ese día, ante unas 18.000 personas, nos fuimos al descanso perdiendo 1x3, y nadie entendía nada. En el segundo lapso Everton terminó ganando 5x3 y volvimos a primera división, junto con el cuadro de La Serena.

Aquella vez, pensé meses después, sería sin duda alguna la mayor proeza que seguramente en vida vería de mi equipo en cancha. No tuve la fortuna de verlo campeón el 76, y solo tengo vagos recuerdos de cuando fuimos campeones de la Copa Chile en 1984, era muy chico en ambas ocasiones… Ahora, convertido en un equipo ascensorista, tenía la convicción de que deambularíamos por la primera división para seguramente bajar algunos años después. Peor aún, nuestro archirrival había sido campeón hace poco (2001) y, además de igualarnos en cantidad de campeonatos, se acercaba peligrosamente a revertir los resultados de partidos ganados en el clásico de la 5ta región (el clásico más antiguo de Chile), paternidad que aún mantenía (y mantiene) Everton de Viña del Mar. Y no me equivoqué, los campeonatos del 2004, 2005, y 2006 no trajo nada de emocionante, salvo un par de clasificaciones a los Play-Off pero sin pasar de la primera llave.

Y llegó el año 2007, con toda la fanfarrea de la Sociedad Anónima. Se trajeron buenos nombres, entre ellos los arqueros Johnny Herrera y Gustavo Dalsasso, y el ex entrenador de la Selección Nacional, Juvenal Olmos. Según la planilla, los juegos previos y la seriedad de la SADP que reemplazaba años de malas dirigencias, se auguraba un año de éxitos o al menos de salir del anonimato. Y no fue un año para nada normal, pero porque casi nos fuimos a Segunda División nuevamente. Una vez despedido el entrenador, se hizo cargo Jorge “Chicho” García, muy querido por la afición y que ya había tomado al equipo antes en situaciones complejas, pero fue tan malo el año que ni él nos pudo salvar. Ahí vino el famoso llamado a Nelson Acosta, que llegó, motivó, y sacó al equipo de la zona de descenso. Al menos nos manteníamos en primera, mientras el archirrival era atrapado por el fantasma del descenso. Y bueno, después de esa salvada y la ineficiencia demostrada el primer año por la SADP, no había mucha fe que repartir.

Y así llegó el 2008, con un equipo mezcla de nuevos pero experimentados nombres, con jugadores de temporadas anteriores, y una apuesta joven llegada de Bahía Blanca, Argentina, un tal Ezequiel Miralles, del cual solo teníamos de referencia que era compañero de ataque del famoso jugador de Boca Juniors (hoy en el Inter de Milan), Rodrigo Palacios. El primer partido lo perdimos 4x0 contra Cobresal en el mineral de El Salvador, a más de 2.000 metros de altura del nivel del mar. Bueno, sería un año seguramente como todos los anteriores, rozando la bajada a segunda división. Pero luego jugamos en casa contra la Universidad Católica, y pese a una nueva derrota de 0x2, se vio un partido de mucho ataque y goles perdidos. Miralles comenzaba a mostrar lo que tenía. Y así empezó, ganando partidos por aquí por allá, hasta el famoso 3x2 que ganamos a Unión Española (actual sub campeón del fútbol chileno) en su cancha, lo cual traía una carga importante de simbolismos… Primero, porque quedamos punteros del fútbol chileno por primera vez desde 1976, el último año que fuimos campeones; segundo, porque le ganamos nada menos que a Unión Española, el mismo equipo con quién habíamos luchado tantas finales, incluyendo la famosa final que ganamos en 1976; y finalmente, porque el equipo ganaba un partido en donde como nunca se veía que jugaba a lo campeón. La ilusión se encendió en muchos de nosotros.

Y llegaron los play-off, y fuimos campeones. Contra todos los pronósticos de la prensa, del fútbol nacional en general, éramos campeones por cuarta vez en nuestra historia, superando nuevamente al archirrival en campeonatos, el cual además se hundía cada vez más en la segunda división. Y bueno, recordando la gesta del 2003, muchos de nosotros quedamos en paz, que el ascenso de ese año no era lo último, sino que ahora, éramos campeones y habíamos sido testigos privilegiados de dicho evento. Fue un buen año.

Pero nuestro querido equipo nos tenía más sorpresas. Jugamos Copa Libertadores el 2009, y le ganaríamos a Lanús en su cancha en Buenos Aires, lo cual además establecería una nueva marca al ser el primer equipo chileno en ganar en Argentina por esa copa. Lanús era puntero de la liga de Argentina hasta ese momento, y les cortamos una racha de 14 partidos sin perder como locales. Hasta la gente de Boca Juniors diría tiempo después que “… tuvo que venir Everton de Chile a matar el maleficio de que estos colores (Everton y Boca compartimos los mismos colores de la camiseta) y que nos permitió ganar en cancha de Lanús por primera vez en nuestra historia (Alfio Bazile, DT de Boca Juniors)”. Y eso se notó en las calles de Buenos Aires, ya que al día siguiente los hinchas de Boca nos saludaban como hermanos a quienes tuvimos la suerte de ir a ver ese partido. Reconozco que en lo personal me emocionó más ese triunfo que la copa del 2008, porque de cierta forma el campeonato lo esperaba, pero ganar en Argentina, nunca…

Pero no pudimos pasar a la siguiente ronda en esa Copa. Solo nos quedaba celebrar los 100 años del club jugando contra la Universidad de Chile en Sausalito, el mismo día de la fundación del Club (24 de Junio). Y ganamos, por un gol a cero, con gol de Ezequiel Miralles. Tanto que tampoco sirvió de mucho, porque en el partido de vuelta de la semifinales del Campeonato de Apertura del 2009, la “U” nos ganaría 3x1 y sería campeón a la postre. Sin embargo, ya eran dos sueños hechos realidad para muchos de nosotros que no conocimos en cancha de las glorias del pasado del Club. Y ese año se rumoreaba el tema del BrotherHoodMatch, frente a los amigos del Everton inglés, pero muchos pensamos que eran solo sueños.

El 2009 se fue sin mayor gloria, y llegaría el 2010, año que comenzó con el terremoto que dejó en muy mal estado nuestro estadio, y nos obligó a jugar en Playa Ancha (Valparaíso), en el estadio del archirrival. Eso a muchos ya nos olió muy mal, se nos iba a ‘pegar’ el fantasma del descenso, porque Wanderers acababa de volver a primera división. Y no fue tan irreal, porque el inicio de ese año no fue nada muy bueno, y perdimos muchos partidos. Sin embargo meses después pudimos volver a Sausalito, y empezamos a ganar nuevamente. Y se anunció lo que se suponía solo un sueño, el partido contra el Everton inglés en Liverpool para Agosto de ese año. Lo primero que se me vino a la mente cuando escuche lo del partido, fue cuando de chico supe de la existencia de éste Everton en Inglaterra, le pregunté a mi padre si alguna vez podríamos jugar juntos, a lo cual él me respondió que sería muy difícil. Y ahí estaba, hecho realidad. Y fuimos a Liverpool sin pensarlo mucho, sin entender que realmente significaba, quedando el equipo en 6to lugar en la tabla anual del campeonato 2010. No era un mal lugar, sobre todo considerando el mal inicio del año.

Y el viaje fue un sueño. Fue todo bueno, fue demasiado. En algún momento pensé que cual sería el costo de tanta sueño de niño hecho realidad: salir campeones, ganar en Argentina, jugar con nuestros amigos de Liverpool. Y bueno, como todo sueño se acaba, este en particular se acabó de la peor forma, yéndonos a segunda división a fines del 2010, justo cuando se anunciaba un nuevo Sausalito debido al mal estado en que había quedado tras el terremoto. Las lágrimas propias y de muchos amigos no esperaron, la tristeza de “Los del Cerro”, el discurso de Antonio Bloise en un asado con la barra cargado de emotividad… El fantasma del 2007 había regresado, como cobrando la factura por tanto sueño cumplido.

Y bueno, el 2011 aparecíamos jugando en la segunda división del fútbol chileno, tal cual había sucedido una década atrás. Pero todos suponíamos una pasada rápida, que no fue. Los malos resultados obligaron a cambiar el técnico, que tampoco trajo muy buenos resultados. Era como si el equipo estuviese viviendo la resaca de tanto logro anterior. Llegamos a final de año y por un gol no pudimos subir en dos oportunidades. Era la lápida, era demasiado malo para ser verdad. Lo único que de alguna forma nos tranquilizaba era saber que preferíamos eso a nunca haber bajado a segundo división pero tampoco haber sido campeones, haber ganado en Argentina, y haber jugado en Inglaterra y España.

Y así llegó el 2012, cargado de buenas energías, teníamos que subir si o si, ya habíamos pagado las facturas y teníamos que volver al fútbol de honor. Pero el año, nuevamente, partió mal, y cambiamos nuevamente de entrenador. Ahora venía Victor Hugo Castañeda quién nos ilusionó con unos muy buenos primeros partidos. Pero luego tocamos fondo, ya nada podía ser peor. Muchos presumíamos que pasaríamos un tercer año en segunda división (el 2013). Pero finalmente los astros se conjugaron, las brujas se fueron de Sausalito, y teníamos una posibilidad, aunque mínima de subir a primera para el 2013. Y justo en el último partido en Sausalito antes de su remodelación, le ganábamos 1x0 a Universidad de Concepción. Era poca diferencia, considerando que el año anterior ganábamos por la misma escasa diferencia en las mismas circunstancias a Unión San Felipe, y finalmente nos quedábamos sin nada ya que en el partido de vuelta por la promoción nos ganaban por 2x0.

Al final, todo se resolvía en el estadio “Collao” de Concepción, a 600 kilómetros de distancia. Había que ir, si bien el equipo no estaba tan bien preparado como en el año anterior, había un aroma de que no podíamos seguir en segunda, no sé si porque realmente lo presentíamos, o porque simplemente no aguantábamos más otro año en los potreros. Y partió a Concepción la caravana Oro y Cielo, más de 3.000 hinchas llegaríamos al estadio en un número importante en función de la lejanía. Tanto así que a la hora del partido, no quedaba claro en el estadio si había más hinchas de Everton o de la Universidad de Concepción. Se respiraba un ambiente de triunfo, hasta las gaviotas, típica ave viñamarina, se paseaban por el estadio como saludándonos… Pero todo empezaba mal, ya que a los 10 minutos nos cobraban un penal en contra. Y cuando el jugador del otro equipo tira el penal fuera del arco, la ilusión empezaba a nacer de verdad. Luego vendría el gol de José Luis Muñoz, el Jota, el Ribery, el mismo del gol del triunfo en Argentina frente a Lanús, casi terminando el primer tiempo. Algo en el horizonte se levantaba, se veía por fin el final del túnel. Ya al equipo rival le costaba 3 goles para quedar en primera, o al menos dos para forzar a los lanzamientos penales. Pero el destino quiso que siguiéramos sufriendo, porque a los 60 minutos nos cobraban otro penal en contra. Si el primero claramente estuvo mal cobrado, este estaba bien cobrado. Y el rival lo cobra quedando 1x1. Ellos a un gol de forzar los penales, nosotros a 30 minutos de volver a primera división. Y todo fue nervios hasta solo 3 minutos después, cuando el mismo Ribery marca el 1x2, con pase de cabeza de Maxi Ceratto después de un saque de valla del mismísimo Dalsasso, nuestro gran arquero, nuestro gran capitán, el héroe, el ídolo de las gestas heroicas que sacrificando su futuro económico decidió quedarse en Viña del Mar, por su gente, por los colores, por el verdadero amor a la camiseta, ese amor que es más importante que un sueldo. Quedaban todavía unos 25 minutos, y si bien a la Universidad de Concepción le volvía a costar dos goles ir a lanzamientos penales, se fueron con todo buscando el resultado y Everton, como nunca, solidificó una defensa que durante todo el año anduvo muy irregular. Fueron minutos de terror, estábamos tan cerca del objetivo pero a la vez se veía tan difícil mantener la diferencia… hasta que faltando unos 10 minutos el jugador Díaz del rival hace una falta grosera contra Maxi Ceratto que le cuesta la expulsión al primero. Ya era un buen atisbo, faltaban unos 10 a 15 minutos, estábamos 2 goles arriba y ellos se quedaban con uno menos. Pero el fútbol es el fútbol, cosas peores se han visto. Y siguieron los minutos, siguió la ofensiva del rival, hasta que faltando pocos minutos para el término, el árbitro anuncia descuentos por unos 5 minutos… Una eternidad ¡! Era demasiado tiempo, cualquier cosa podía ocurrir… Y recordé que en Argentina, había ocurrido lo mismo, 5 minutos de sobretiempo cuando íbamos 1x1, y en el sobretiempo Ribery marcaba el 2x1 a los de Lanús… Pero eran recuerdos, estábamos ahora luchando por algo mucho más importante que no se nos podía escapar… Y entre tanto nervio, tanto cántico desesperado, tanto mirar el reloj, vimos entre lágrimas de esperanza como el 10 de Everton recién ingresado, el argentino Luis Acuña, se llevaba a la defensa, enfrentaba solo al arquero y, en vez de probar, la lanza hacia atrás para habilitar a un Suazo que venía más solo que cuando llegamos al mundo, y marcaba el 3x1. Yonathan Suazo, un defensa que no había brillado en todo el año, que siempre estaba en la banca y que nadie quería, marcaba el gol que desataba la alegrías de los 3.000 que habíamos llegado al estadio “Collao”, y miles más en Viña del Mar y en todo Chile. Ya faltando un minuto del sobretiempo, Everton estiraba la diferencia para llegar a penales a 3 goles, que era casi imposible. Aún se me asoman las lágrimas cuando intento describir ese momento. Era el fin del maleficio, era el pago de la factura de tanto sueño cumplido, era el fin de una era que al menos para mí había durado 10 años, desde que volví al estadio con mi padre en marzo de 2003, después de una larga diáspora lejos de Sausalito para ambos. Ese viejo que me había heredado el amor por el equipo de Viña, pese a haber nacido y haberse cridado rodeado de Wanderinos… Como mi abuelo, también del Everton. Esa cosa que se traspasa por la sangre y no se puede cambiar, aún cuando podamos cambiar de nombre, de religión, de sexo, de pareja, de todo o de cualquier cosa, pero la pasión no se puede cambiar. Se nace con ella y se muere con ella, para los hombres de buena voluntad…

Y recordaba los goles 5 goles contra Lota Schwager cuando volvimos a primera el 2003, los 3 goles de Miralles y Riveros cuando fuimos campeones el 2008, el gol de Ribery cuando le ganamos a Lanús en Buenos Aires el 2009, y a todos los amigos de Liverpool que nos animaban cada vez que podían, a Mike y sus hijos, a John y su familia, y a tantos más que estoy seguro estuvieron tan pendientes como nosotros de aquel partido en Concepción, a 600 kilómetros de casa. Y entre tanto recuerdo empañado por las lágrimas de emoción, el árbitro termina el partido y, con ello, se cerraba el ciclo. Se había acabado, Everton volvía con justicia al lugar del cual nunca debió salir. Fueron 10 años de demasiadas emociones, a veces buenas, otras malas, pero así es la pasión, con altos y bajos. Lo dulce nunca es tan dulce sin el sabor de lo amargo, y no sabremos eso los hinchas de Everton en todo el mundo, tanto en Viña del Mar como en Liverpool. No somos lo más grande, pero somos nosotros, para nosotros y por nosotros.

Y el 25 de enero del 2013 empieza otra historia. 

jueves, 20 de octubre de 2011

Las Tristes Comparaciones

¿Y porque no lo ha hecho la competencia?

Esta corta expresión me tiene al borde de la histeria profesional. La he escuchado tantas veces que preocupa. Partamos por lo básico. Cuando una empresa quiere innovar en lo general, todo es alegría, se destapan champañas, se vociferan discursos de cómo entraremos en un nuevo ciclo de creación de valor, etc. Todos contentos. Pero cuando empezamos a tratar de generar innovaciones de verdad, empiezan los verdaderos problemas. Entre las grietas de la cultura corporativa surgen el miedo al cambio, la falta de voluntad, la simplificación de escenarios, etc. Muchos profesionales se asustan porque empiezan a perder la ilusión de la paz de la tarde, porque significa aceptar que tienen que reinventarse en un mundo de cambios, entender que haciendo lo mismo no lograremos resultados diferentes, y que lo único que evoluciona por sí mismo en una organización son el desorden, la fricción y el mal desempeño, nunca el valor.

Pero así y todo siempre existen un grupo de majaderos sistémicos que entienden que hay muchas cosas por hacer, que hay mucho oro de muy buena ley aún por explotar, que creen que podemos ganar más, mucho más, como para ponerlo en lenguaje de financistas. Son los mal llamados intraemprendedores, cuya definición quizás calza mejor en una biografía profesionalmente póstuma si es que tuvieron algún éxito que puedan contar, porque en el día a día los apuntamos con los dedos acusadores, son los críticos, irreverentes, genios, soñadores, ingenuos, y un largo etc. de epítetos cargados de mala onda. A veces, solo a veces, ese pequeño grupo de terroristas corporativos logra saltar las vallas que otros les imponen en su camino, vallas de diferentes proporciones y consecuencias, pero siempre con el mismo objetivo: que te caigas, que te duela y que aprendas la lección, y ojalá con escarnio público. Panadero a tus pasteles, y déjame llegar a la casa a ver el partido que transmiten a las 18.30 horas.

Bueno, una de esas vallas que últimamente he visto mucho es esa pregunta ya de lugar común “¿Y porqué esto que tu planteas no se le ocurrió a la competencia?”. Bueno, las respuestas posibles son variadas, partiendo por la más obvia que sería decir “No tengo idea, no trabajo para ellos”. Pero me quiero detener en todo lo que envuelve esa pregunta.

De partida, la misma implica para empezar un reconocimiento tácito de que la competencia lo hace mejor que nosotros, son más hábiles, inteligentes, creativos, como quiera llamarle. Luego, de ser así, para qué estamos en este negocio! O sea si hay otros mejores y siempre aspiraremos a copiar lo que ellos hagan, bajemos las cortinas y nos vamos para la casa! Que falta de amor propio corporativo envuelve a esas personas, que creen que nada bueno puede nacer de nuestro equipo de trabajo? Como pretenden crear valor en una empresa que siempre irá arrastrada tras los mejores, recogiendo las migajas de participación de mercado? En efecto, es posible que se nos haya ocurrido primero a nosotros, porque estamos tan inmersos en ecosistemas híper complejos y diferentes, que los dibujos del futuro que se nos viene no tienen porqué ser iguales, por mucho que estemos en el mismo mercado.

Pero hagamos la pega. Supongamos que a la competencia si se le ocurrió primero. El que no lo haya presentando en sociedad significa acaso que la idea es un fracaso? Desde que se genera una idea hasta que se desarrolla puede pasar mucho tiempo, relativo obviamente al tipo de mercado en el cual estamos inmersos. Entonces puede que ‘ellos’ estén trabajando en lo mismo, y tienen cierta ventaja, pero aún no han logrado desarrollar el nuevo producto. O peor, también es probable que ‘ellos’ se estén preguntando lo mismo que nosotros.

Vamos un paso más allá. Puede que ya tuvieron la idea, la desarrollaron, y fracaso. Eso quiere decir que nosotros también fracasaremos? Quiere decir que nuestra empresa trabaja tan parecido a la otra, tiene los mismos pensamientos y prejuicios, tiene los mismos talentos personales, que irremediablemente obtendremos el mismo resultado en el desarrollo? Habría que ser muy ciego para creer eso, y si lo reconocemos entenderemos que no tenemos porque fallar porque ‘ellos’ lo hicieron. Es una señal, lógico, y hay que tenerla en cuenta. Es más, es un capital de conocimiento importante de internalizar para no cometer los mismos errores, y así aprender y desarrollar un producto mejor.

Al final las empresas de excelencia, que buscan crear valor, que siempre quieren estar arriba de los demás, no es necesariamente porque tengan mejores talentos, porque tengan mayor participación de mercado, o posean mejores ‘laboratorios’ para desarrollar nuevos productos, es porque se lo han propuesto, y se lo han propuesto de verdad, entendiendo que podemos ser los mejores, no necesariamente siendo mejores, sino soltando los prejuicios que nos atan a ideas preconcebidas que en nada ayudan, que solo sirven para mantener el mortal statu quo que degollará sin contemplación a quienes no se sepan adaptar a una sociedad de cambios, una sociedad cuyos episodios de estabilidad son solo la excepción a la regla, un pequeño oasis para respirar, recargar las pilas y seguir construyendo futuro. 

miércoles, 19 de octubre de 2011

Las ERNC 2.0

Planta GemaSolar, TorresolEnergy, España

Un importante giro en las tecnologías de la Energías Renovables No Convencionales (ERNC) se están produciendo en los centros de investigación dedicados a esto, un cambio conceptual altamente interesante para su aplicación como solución a las miles de externalidades que generan los tradicionales sistemas de producción de energía. Parto por explicar a los lectores menos entendidos en la materia, que la generación de energía eléctrica puede reemplazar prácticamente todo tipo de otras energías presentes hoy, como el gas, el petróleo, etc., debido a su mayor facilidad de transmisión, almacenaje y sobretodo porque son más seguras. Todos los elementos que hoy ocupan otros sistemas de energía pueden ser fácilmente reemplazados por sistemas que utilizan energía eléctrica, tal cual muchos de nosotros ya cambiamos nuestras viejas teteras por hervidores eléctricos. Eso hace muy importante los avances en ésta materia. De ahí su importancia.

Pero vamos por parte. Los detractores de las ERNC enarbolan principalmente dos puntos atendibles a la hora de evaluar diferentes formas de producción de energía. El costo y la continuidad del suministro.

El primero y menos relevante desde mi propia perspectiva, es el costo. Menos relevante porque el costo es un tema de tiempo y mercado. Es decir, a mayor demanda de sistemas de generación eléctrica tipo ERNC menores serán los costos en el largo plazo, sumado a que los costos de las tecnologías que se están desarrollando también caerán en el tiempo. Es así por ejemplo que los chinos con su infinita sabiduría están invirtiendo más de mil millones de dólares en centros de desarrollo de ERNC. Ello incidirá notablemente en el desarrollo de sistemas más eficientes que en un plazo hoy desconocido harán caer las barreras financieras para el uso de éstas tecnologías.

El segundo punto y el más relevante desde mi perspectiva, es la incapacidad de los sistemas actualmente en explotación de producir energía de manera constante. De hecho, la mayoría de los sistemas eólicos, solares, geotérmicos y otros solo producen por plazos acotados y muchas veces desconocidos: los eólicos cuando hay viento; los solares cuando hay sol; los geotérmicos dependen de la variación de las presiones geotérmicas para su producción; etc. Y es cierto, es un problema. De hecho muchos entendidos en la materia manifiestan con razón que muchos de estos centros de producción necesitarían de fuentes fijas estables de generación (como centrales termoeléctricas, por ejemplo) para entregar al sistema interconectado energía constante y por ello confiable desde el punto de vista de la distribución a gran escala, si no queremos caer en una ruleta de generación y podamos ‘prender las ampolletas solo si hubo viento’. Independiente que no estoy de acuerdo con ello, el punto es atendible porque para proveer potencia fija y conocida no es posible (o al menos no es rentable) almacenar excesos de producción en baterías, como se hace por ejemplo a escala particular (casas o sectores habitacionales que usan energía solar para abastecerse). Al menos no es posible a gran escala.

Pero este último punto está siendo abordado por desarrollos muy interesantes que he podido observar. Dada la imposibilidad de almacenar energía en baterías convencionales tal y como las conocemos, se ha desarrollado el concepto de batería –concepto por el cual se almacena energía para ser usada en momentos de falta del suministro principal– hacia otros modelos de almacenamiento de energía, de manera tal que dicha energía almacenada pueda seguir produciendo energía ante la falta del suministro principal. Y la explicación es súper simple. Por ejemplo, los paneles de energía solar pueden proveer de una gran cantidad de energía y potencia mientras hay sol, pero si el total de dicha energía no es utilizada por el sistema interconectado central, se pierde. Sin embargo, los excedentes de energía pueden ser utilizados para almacenar energía en otro formato, de manera que cuando no haya sol el complejo pueda seguir produciendo un suministro de energía constante a la red en base a la energía almacenada a gran escala en ese ‘otro formato’, haciendo gala del principio que la energía no se crea ni destruye, solo se transforma. Por ejemplo, las centrales hidroeléctricas con embalses es una forma de almacenar energía para ser utilizada cuando se requiera.

Imaginemos entonces que en el desierto instalamos un sistema de paneles solares que en presencia de radiación solar pueda producir 10 KWH, pero solo inyectamos al sistema 5 KWH. Los 5 KWH restantes podrían ser utilizados para almacenar energía en ‘otro formato’, por ejemplo elevando agua de mar a lagos artificiales de tal manera que, cuando se acaba la radiación solar, podamos seguir produciendo energía a través de centrales tipo hidroeléctricas ¿Muy extraño?

Bueno, en España ya están trabajando en plantas solares que en vez de producir energía eléctrica a través de la celdas solares, ocupan espejos que concentran el calor en un estanque con sales que almacenan dicho calor por más de 25 horas posteriores a la influencia de la radiación solar, calor el cual es aprovechado para producir vapor y generar energía con turbinas, tal cual lo hacen las centrales nucleares. Entonces hablamos de Energía Renovable No Convencional CONTINUA, que no requiere apoyo de centrales tradicionales contaminantes para el mismo efecto. En Suecia trabajan con otro modelo derivado de sistemas eólicos pero instalados en alta mar (imagínense, sin utilizar metros cuadrados de tierra firme), los cuales acumulan la energía de exceso a través de pistones que generan un vacío en los mismos bajo el agua, de tal manera que cuando el viento deja de producir la energía suficiente, el movimiento de los pistones empujados por las presiones ‘submarinas’ continúan generando electricidad.

Chile tiene un exceso de todo tipo de energías, solar, mareomotriz, eólica, geotérmica y de convección, que no estamos aprovechando. Más importante que el cobre mismo, la abundancia de energía eléctrica limpia presente en nuestra geografía y bien aprovechada nos puede llevar mucho más lejos y más rápido al tan manoseado desarrollo. Consideremos que Chile hoy produce una potencia de 16 GW, y solo la energía mareomotriz en nuestra larga costa tiene un potencial de 160 GW. Sumen a ello el potencial del desierto de Atacama, que con 120 kilómetros cuadrados de exposición directa a la radiación solar (solo el doble de superficie de inundación de HidroAysen) podría producir energía eléctrica suficiente para todo el país, sin considerar el resto de las fuentes existentes. Y no estoy exagerando. 


¿Cuándo Empezamos?

viernes, 6 de mayo de 2011

Transparencia Activa, un Mono con Gillete

La iniciativa del Estado de Chile de hacer una gestión transparente es de sentido común loable. Claramente es muy bueno que todos los contratos, sueldos, y otros actos administrativos originados en su gestión estén al alcance de todos, de manera que los ciudadanos tengan acceso a dicha información si creen que algo no anda bien. Sin embargo la denominada transparencia activa, sistema por el cual es el Estado quien presenta dicha información públicamente sin que nadie se la pida, tiene ciertas connotaciones importantes de analizar.

De partida, me parece lógico que quién gestione un acto administrativo desde el aparato estatal, a sabiendas de que el mismo será publicado en Internet, intentará de todas las formas posibles de esconder o no publicar cualquier información que pueda llevar a cualquiera que investigue, deducir que se ha cometido algún ilícito. Es decir, que se publiquen todo tipo de documentos no asegura que TODOS los documentos están publicados, aún cuando la idea de transparencia activa así lo haga suponer. Luego, sería raro encontrar actos ilícitos publicados o, si encontramos algunos, quién los cometió debe irse para la casa más que por fresco, por tonto. Pero no es aquí donde me quiero detener.

Los ministros, subsecretarios, intendentes, seremis, etc., no optan a cargos públicos así como por concurso, son normalmente cargos de confianza y políticos, en donde ellos no solo tienen un trabajo remunerado, sino que además acumulan dividendos políticos según como sea su gestión. Ellos quisieron estar ahí, nadie los obligo. Sin embargo para muchos funcionarios públicos, trabajadores y profesionales que si han postulado a cargos públicos como todos los mortales, es su fuente de ingresos y nada más, y si bien también de una forma u otra quisieron trabajar para el Estado asumiendo todo lo que ello significa (aún cuando para muchos la implementación práctica de la ley de transparencia fue posterior a su ingreso al aparato estatal), no tienen muchas más alternativas. Luego, que sus datos de remuneraciones, contratos sociales según dictan los derechos de los mismos, etc., estén publicados a rasa tabla en Internet, ya no sé si es tan buena idea. Peor aún, si se observa que los mismos registros no tienen un mínimo de seguridad respecto de quién los ve, para qué la requiere, que información confidencial o personal se está publicando, etc., se podría transformar en una poderosa herramienta mundial de espionaje, extorsión, o cualquier acto ilegal que se les venga a la cabeza.

Para ponerlo simple, si una unidad contrata los servicios de sala cuna para un hijo de cualquier funcionario estatal, dicho contrato debe aparecer en Internet por ley. Luego, si alguien lo busca o lo encuentra, tiene todos los datos del hijo, su RUT, y lo más importante, a que sala cuna asiste. Es decir, si han leído mi blog sobre ingeniería social, cualquier maleante que quiera dañar a alguien podría raptarse al hijo de dicha funcionaria desde el sala cuna, solo tratando de convencer a las tías del jardín que tal persona lo envió a retirar al niño por alguna emergencia. Puede que lo vean algo complicado, simplista o exagerado, pero el punto adónde voy es que no entiendo porque los funcionarios del Estado deben estar tan expuestos en sus vidas personales solo por perseguir una idea loable pero con otra objetivo. Es más, el funcionario estatal debe aceptar que todos esos datos sean publicados en Internet porque así es la ley y punto, pero porqué debe aceptarlo su pareja? Imaginen a los padres separados, tienen alguna opción de indicarle a su pareja que no trabajen para el Estado dada esa exposición de los datos personales de sus hijos?

Y el tema es peor. Cuando los datos son publicados en Internet, ya es un camino sin retorno. Aun cuando los mismos sean sacados del sistema, ya sea por caducación del contrato u otro motivo, las copias permanecen por un largo tiempo en los buscadores como Google, y su reproducción es rápida y a escala mundial. Y respecto del riesgo, si bien todo esto es posible pero quizás poco probable, el impacto es infinito, así es que cualquier sistema de cálculo de riesgo encontrará que hoy el Estado de Chile está poniendo en riesgo INFINITO a todos sus trabajadores. Así de simple.

Dudo severamente que esa sea la intención de la transparencia activa. Pero en la práctica así funciona. No se trata de eliminarla, pero si se trata de hacer bien el trabajo, estudiar todos los posibles riesgos a que se ven hoy expuestos sus trabajadores por la idea de hacer más transparente la gestión, y publicar lo meramente indispensable. Es decir, en el mismo caso de la sala cuna, supongo que lo relevante es que tal servicio público contrato a tal empresa, por tal monto y por tal prestación, pero de ahí a publicar datos personales relevantes para la seguridad de las personas, creo hay una negligencia potencialmente criminal en no observar todos los ángulos del asunto. La ignorancia sobre riesgos de Internet de quienes gestionan la transparencia activa no es razón suficiente.

Esto es así y está ocurriendo en este preciso instante, mientras lees este post. Espero las mismas herramientas que mal usadas pueden dañarnos, las puedas utilizar para informar de algo que está sucediendo.