miércoles, 19 de diciembre de 2012

Una década de Alegrías y Sufrimiento


La última vez que estuvimos en ese amargo y ansioso trance de subir a primera división fue el año 2003. Faltando cuatro fechas para terminar el campeonato, jugábamos con uno de los colistas eternos del fútbol de ascenso, Lota Schwager, de locales en Sausalito y en donde solo necesitábamos el empate. Ese día, ante unas 18.000 personas, nos fuimos al descanso perdiendo 1x3, y nadie entendía nada. En el segundo lapso Everton terminó ganando 5x3 y volvimos a primera división, junto con el cuadro de La Serena.

Aquella vez, pensé meses después, sería sin duda alguna la mayor proeza que seguramente en vida vería de mi equipo en cancha. No tuve la fortuna de verlo campeón el 76, y solo tengo vagos recuerdos de cuando fuimos campeones de la Copa Chile en 1984, era muy chico en ambas ocasiones… Ahora, convertido en un equipo ascensorista, tenía la convicción de que deambularíamos por la primera división para seguramente bajar algunos años después. Peor aún, nuestro archirrival había sido campeón hace poco (2001) y, además de igualarnos en cantidad de campeonatos, se acercaba peligrosamente a revertir los resultados de partidos ganados en el clásico de la 5ta región (el clásico más antiguo de Chile), paternidad que aún mantenía (y mantiene) Everton de Viña del Mar. Y no me equivoqué, los campeonatos del 2004, 2005, y 2006 no trajo nada de emocionante, salvo un par de clasificaciones a los Play-Off pero sin pasar de la primera llave.

Y llegó el año 2007, con toda la fanfarrea de la Sociedad Anónima. Se trajeron buenos nombres, entre ellos los arqueros Johnny Herrera y Gustavo Dalsasso, y el ex entrenador de la Selección Nacional, Juvenal Olmos. Según la planilla, los juegos previos y la seriedad de la SADP que reemplazaba años de malas dirigencias, se auguraba un año de éxitos o al menos de salir del anonimato. Y no fue un año para nada normal, pero porque casi nos fuimos a Segunda División nuevamente. Una vez despedido el entrenador, se hizo cargo Jorge “Chicho” García, muy querido por la afición y que ya había tomado al equipo antes en situaciones complejas, pero fue tan malo el año que ni él nos pudo salvar. Ahí vino el famoso llamado a Nelson Acosta, que llegó, motivó, y sacó al equipo de la zona de descenso. Al menos nos manteníamos en primera, mientras el archirrival era atrapado por el fantasma del descenso. Y bueno, después de esa salvada y la ineficiencia demostrada el primer año por la SADP, no había mucha fe que repartir.

Y así llegó el 2008, con un equipo mezcla de nuevos pero experimentados nombres, con jugadores de temporadas anteriores, y una apuesta joven llegada de Bahía Blanca, Argentina, un tal Ezequiel Miralles, del cual solo teníamos de referencia que era compañero de ataque del famoso jugador de Boca Juniors (hoy en el Inter de Milan), Rodrigo Palacios. El primer partido lo perdimos 4x0 contra Cobresal en el mineral de El Salvador, a más de 2.000 metros de altura del nivel del mar. Bueno, sería un año seguramente como todos los anteriores, rozando la bajada a segunda división. Pero luego jugamos en casa contra la Universidad Católica, y pese a una nueva derrota de 0x2, se vio un partido de mucho ataque y goles perdidos. Miralles comenzaba a mostrar lo que tenía. Y así empezó, ganando partidos por aquí por allá, hasta el famoso 3x2 que ganamos a Unión Española (actual sub campeón del fútbol chileno) en su cancha, lo cual traía una carga importante de simbolismos… Primero, porque quedamos punteros del fútbol chileno por primera vez desde 1976, el último año que fuimos campeones; segundo, porque le ganamos nada menos que a Unión Española, el mismo equipo con quién habíamos luchado tantas finales, incluyendo la famosa final que ganamos en 1976; y finalmente, porque el equipo ganaba un partido en donde como nunca se veía que jugaba a lo campeón. La ilusión se encendió en muchos de nosotros.

Y llegaron los play-off, y fuimos campeones. Contra todos los pronósticos de la prensa, del fútbol nacional en general, éramos campeones por cuarta vez en nuestra historia, superando nuevamente al archirrival en campeonatos, el cual además se hundía cada vez más en la segunda división. Y bueno, recordando la gesta del 2003, muchos de nosotros quedamos en paz, que el ascenso de ese año no era lo último, sino que ahora, éramos campeones y habíamos sido testigos privilegiados de dicho evento. Fue un buen año.

Pero nuestro querido equipo nos tenía más sorpresas. Jugamos Copa Libertadores el 2009, y le ganaríamos a Lanús en su cancha en Buenos Aires, lo cual además establecería una nueva marca al ser el primer equipo chileno en ganar en Argentina por esa copa. Lanús era puntero de la liga de Argentina hasta ese momento, y les cortamos una racha de 14 partidos sin perder como locales. Hasta la gente de Boca Juniors diría tiempo después que “… tuvo que venir Everton de Chile a matar el maleficio de que estos colores (Everton y Boca compartimos los mismos colores de la camiseta) y que nos permitió ganar en cancha de Lanús por primera vez en nuestra historia (Alfio Bazile, DT de Boca Juniors)”. Y eso se notó en las calles de Buenos Aires, ya que al día siguiente los hinchas de Boca nos saludaban como hermanos a quienes tuvimos la suerte de ir a ver ese partido. Reconozco que en lo personal me emocionó más ese triunfo que la copa del 2008, porque de cierta forma el campeonato lo esperaba, pero ganar en Argentina, nunca…

Pero no pudimos pasar a la siguiente ronda en esa Copa. Solo nos quedaba celebrar los 100 años del club jugando contra la Universidad de Chile en Sausalito, el mismo día de la fundación del Club (24 de Junio). Y ganamos, por un gol a cero, con gol de Ezequiel Miralles. Tanto que tampoco sirvió de mucho, porque en el partido de vuelta de la semifinales del Campeonato de Apertura del 2009, la “U” nos ganaría 3x1 y sería campeón a la postre. Sin embargo, ya eran dos sueños hechos realidad para muchos de nosotros que no conocimos en cancha de las glorias del pasado del Club. Y ese año se rumoreaba el tema del BrotherHoodMatch, frente a los amigos del Everton inglés, pero muchos pensamos que eran solo sueños.

El 2009 se fue sin mayor gloria, y llegaría el 2010, año que comenzó con el terremoto que dejó en muy mal estado nuestro estadio, y nos obligó a jugar en Playa Ancha (Valparaíso), en el estadio del archirrival. Eso a muchos ya nos olió muy mal, se nos iba a ‘pegar’ el fantasma del descenso, porque Wanderers acababa de volver a primera división. Y no fue tan irreal, porque el inicio de ese año no fue nada muy bueno, y perdimos muchos partidos. Sin embargo meses después pudimos volver a Sausalito, y empezamos a ganar nuevamente. Y se anunció lo que se suponía solo un sueño, el partido contra el Everton inglés en Liverpool para Agosto de ese año. Lo primero que se me vino a la mente cuando escuche lo del partido, fue cuando de chico supe de la existencia de éste Everton en Inglaterra, le pregunté a mi padre si alguna vez podríamos jugar juntos, a lo cual él me respondió que sería muy difícil. Y ahí estaba, hecho realidad. Y fuimos a Liverpool sin pensarlo mucho, sin entender que realmente significaba, quedando el equipo en 6to lugar en la tabla anual del campeonato 2010. No era un mal lugar, sobre todo considerando el mal inicio del año.

Y el viaje fue un sueño. Fue todo bueno, fue demasiado. En algún momento pensé que cual sería el costo de tanta sueño de niño hecho realidad: salir campeones, ganar en Argentina, jugar con nuestros amigos de Liverpool. Y bueno, como todo sueño se acaba, este en particular se acabó de la peor forma, yéndonos a segunda división a fines del 2010, justo cuando se anunciaba un nuevo Sausalito debido al mal estado en que había quedado tras el terremoto. Las lágrimas propias y de muchos amigos no esperaron, la tristeza de “Los del Cerro”, el discurso de Antonio Bloise en un asado con la barra cargado de emotividad… El fantasma del 2007 había regresado, como cobrando la factura por tanto sueño cumplido.

Y bueno, el 2011 aparecíamos jugando en la segunda división del fútbol chileno, tal cual había sucedido una década atrás. Pero todos suponíamos una pasada rápida, que no fue. Los malos resultados obligaron a cambiar el técnico, que tampoco trajo muy buenos resultados. Era como si el equipo estuviese viviendo la resaca de tanto logro anterior. Llegamos a final de año y por un gol no pudimos subir en dos oportunidades. Era la lápida, era demasiado malo para ser verdad. Lo único que de alguna forma nos tranquilizaba era saber que preferíamos eso a nunca haber bajado a segundo división pero tampoco haber sido campeones, haber ganado en Argentina, y haber jugado en Inglaterra y España.

Y así llegó el 2012, cargado de buenas energías, teníamos que subir si o si, ya habíamos pagado las facturas y teníamos que volver al fútbol de honor. Pero el año, nuevamente, partió mal, y cambiamos nuevamente de entrenador. Ahora venía Victor Hugo Castañeda quién nos ilusionó con unos muy buenos primeros partidos. Pero luego tocamos fondo, ya nada podía ser peor. Muchos presumíamos que pasaríamos un tercer año en segunda división (el 2013). Pero finalmente los astros se conjugaron, las brujas se fueron de Sausalito, y teníamos una posibilidad, aunque mínima de subir a primera para el 2013. Y justo en el último partido en Sausalito antes de su remodelación, le ganábamos 1x0 a Universidad de Concepción. Era poca diferencia, considerando que el año anterior ganábamos por la misma escasa diferencia en las mismas circunstancias a Unión San Felipe, y finalmente nos quedábamos sin nada ya que en el partido de vuelta por la promoción nos ganaban por 2x0.

Al final, todo se resolvía en el estadio “Collao” de Concepción, a 600 kilómetros de distancia. Había que ir, si bien el equipo no estaba tan bien preparado como en el año anterior, había un aroma de que no podíamos seguir en segunda, no sé si porque realmente lo presentíamos, o porque simplemente no aguantábamos más otro año en los potreros. Y partió a Concepción la caravana Oro y Cielo, más de 3.000 hinchas llegaríamos al estadio en un número importante en función de la lejanía. Tanto así que a la hora del partido, no quedaba claro en el estadio si había más hinchas de Everton o de la Universidad de Concepción. Se respiraba un ambiente de triunfo, hasta las gaviotas, típica ave viñamarina, se paseaban por el estadio como saludándonos… Pero todo empezaba mal, ya que a los 10 minutos nos cobraban un penal en contra. Y cuando el jugador del otro equipo tira el penal fuera del arco, la ilusión empezaba a nacer de verdad. Luego vendría el gol de José Luis Muñoz, el Jota, el Ribery, el mismo del gol del triunfo en Argentina frente a Lanús, casi terminando el primer tiempo. Algo en el horizonte se levantaba, se veía por fin el final del túnel. Ya al equipo rival le costaba 3 goles para quedar en primera, o al menos dos para forzar a los lanzamientos penales. Pero el destino quiso que siguiéramos sufriendo, porque a los 60 minutos nos cobraban otro penal en contra. Si el primero claramente estuvo mal cobrado, este estaba bien cobrado. Y el rival lo cobra quedando 1x1. Ellos a un gol de forzar los penales, nosotros a 30 minutos de volver a primera división. Y todo fue nervios hasta solo 3 minutos después, cuando el mismo Ribery marca el 1x2, con pase de cabeza de Maxi Ceratto después de un saque de valla del mismísimo Dalsasso, nuestro gran arquero, nuestro gran capitán, el héroe, el ídolo de las gestas heroicas que sacrificando su futuro económico decidió quedarse en Viña del Mar, por su gente, por los colores, por el verdadero amor a la camiseta, ese amor que es más importante que un sueldo. Quedaban todavía unos 25 minutos, y si bien a la Universidad de Concepción le volvía a costar dos goles ir a lanzamientos penales, se fueron con todo buscando el resultado y Everton, como nunca, solidificó una defensa que durante todo el año anduvo muy irregular. Fueron minutos de terror, estábamos tan cerca del objetivo pero a la vez se veía tan difícil mantener la diferencia… hasta que faltando unos 10 minutos el jugador Díaz del rival hace una falta grosera contra Maxi Ceratto que le cuesta la expulsión al primero. Ya era un buen atisbo, faltaban unos 10 a 15 minutos, estábamos 2 goles arriba y ellos se quedaban con uno menos. Pero el fútbol es el fútbol, cosas peores se han visto. Y siguieron los minutos, siguió la ofensiva del rival, hasta que faltando pocos minutos para el término, el árbitro anuncia descuentos por unos 5 minutos… Una eternidad ¡! Era demasiado tiempo, cualquier cosa podía ocurrir… Y recordé que en Argentina, había ocurrido lo mismo, 5 minutos de sobretiempo cuando íbamos 1x1, y en el sobretiempo Ribery marcaba el 2x1 a los de Lanús… Pero eran recuerdos, estábamos ahora luchando por algo mucho más importante que no se nos podía escapar… Y entre tanto nervio, tanto cántico desesperado, tanto mirar el reloj, vimos entre lágrimas de esperanza como el 10 de Everton recién ingresado, el argentino Luis Acuña, se llevaba a la defensa, enfrentaba solo al arquero y, en vez de probar, la lanza hacia atrás para habilitar a un Suazo que venía más solo que cuando llegamos al mundo, y marcaba el 3x1. Yonathan Suazo, un defensa que no había brillado en todo el año, que siempre estaba en la banca y que nadie quería, marcaba el gol que desataba la alegrías de los 3.000 que habíamos llegado al estadio “Collao”, y miles más en Viña del Mar y en todo Chile. Ya faltando un minuto del sobretiempo, Everton estiraba la diferencia para llegar a penales a 3 goles, que era casi imposible. Aún se me asoman las lágrimas cuando intento describir ese momento. Era el fin del maleficio, era el pago de la factura de tanto sueño cumplido, era el fin de una era que al menos para mí había durado 10 años, desde que volví al estadio con mi padre en marzo de 2003, después de una larga diáspora lejos de Sausalito para ambos. Ese viejo que me había heredado el amor por el equipo de Viña, pese a haber nacido y haberse cridado rodeado de Wanderinos… Como mi abuelo, también del Everton. Esa cosa que se traspasa por la sangre y no se puede cambiar, aún cuando podamos cambiar de nombre, de religión, de sexo, de pareja, de todo o de cualquier cosa, pero la pasión no se puede cambiar. Se nace con ella y se muere con ella, para los hombres de buena voluntad…

Y recordaba los goles 5 goles contra Lota Schwager cuando volvimos a primera el 2003, los 3 goles de Miralles y Riveros cuando fuimos campeones el 2008, el gol de Ribery cuando le ganamos a Lanús en Buenos Aires el 2009, y a todos los amigos de Liverpool que nos animaban cada vez que podían, a Mike y sus hijos, a John y su familia, y a tantos más que estoy seguro estuvieron tan pendientes como nosotros de aquel partido en Concepción, a 600 kilómetros de casa. Y entre tanto recuerdo empañado por las lágrimas de emoción, el árbitro termina el partido y, con ello, se cerraba el ciclo. Se había acabado, Everton volvía con justicia al lugar del cual nunca debió salir. Fueron 10 años de demasiadas emociones, a veces buenas, otras malas, pero así es la pasión, con altos y bajos. Lo dulce nunca es tan dulce sin el sabor de lo amargo, y no sabremos eso los hinchas de Everton en todo el mundo, tanto en Viña del Mar como en Liverpool. No somos lo más grande, pero somos nosotros, para nosotros y por nosotros.

Y el 25 de enero del 2013 empieza otra historia. 

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