lunes, 29 de noviembre de 2010

A todos mis hermanos wata amarilla

Hace 7 años que volví al estadio, justo cuando asumió el Lulo Socías después de haber empatado contra Melipilla. Y aún recuerdo ese infartante partido contra Lota que nos dejo en primera, luego de ir perdiendo 3×0. Y esa noche, pensé días después, quizás pudo haber sido la única gran alegría que me hubiera dado mi equipo en toda la vida… Era muy chico el 76 para recordar, y viendo el caso de otros equipos, claramente podría haber sido así. Pero no fue así. Pocos días antes de mi cumpleaños el 2008 mi equipo me regala en cancha su cuarta estrella. Y sentí que con eso estaba pagado. Pero no era todo. Meses después, y días antes de nacer mi cuarta hija (y por ello, María de la Cuarta Estrella), mi equipo me regala el sueño de ganar en Argentina, quizás el punto más alto del oro y cielo por años, al equipo puntero del clausura trasandino el 2009. Y me dije que podía morir en paz. Pero tampoco era todo. Un año y meses después, cumplimos el sueño de muchos cuando éramos niños al momento de saber que existía un equipo inglés con nuestro nombre. Éxtasis total… Aun no lo puedo explicar… Pero el sueño se acabo, y así como supimos de gloria y alegrías, ahora hay que saber de penas y tristeza. Y los mismos que nos hicieron soñar hoy nos apalean con éste descenso. Pero bueno, lo dulce no es tan dulce sin lo amargo. No me sumo a los que critican por criticar, porque les pregunto: Cuantos equipos en Chile hacen lo que hicimos en solo 3 años ¿? Hoy estamos mal, tristes, deprimidos, uf… Pero ya habrá tiempo, lo que no te mata te hace mas fuerte. Y los dirigentes que se equivocaron, ahora aprenderán. Y volveremos. Y seremos campeones de nuevo, porque gargantas como las del cerro no se ven en todos nuestros decaídos estadios, porque no se ven bombos azules y amarillos todos los días en las calles de Liverpool, porque no es común que los hinchas de boca te feliciten en las calles de Bs Aires, porque no es común ver a los indios llorando por el penta perdido… Porque el oro y cielo es único en el mundo, y es nuestro, y hasta que la muerte nos separe, y en las buenas y en las malas…

viernes, 12 de noviembre de 2010

El Rechazo al Cambio

Tiempo atrás, en un seminario del norteamericano Tim Hurson sobre metodologías de pensamiento productivo, el relator nos hizo ponernos de pie y en parejas de a dos, en donde uno levantó su mano derecho poniéndola en posición vertical, y el otro tenía que empujar al primero con su puño en la palma de la mano. En el 90% de los casos, quienes tenían la mano levantada ejercieron una fuerza contraria al puño, intentando contrarrestar el impulso del primero. Insólito, pese que a justo antes de ser empujado por el puño entendí de que se trataba el ejercicio, igualmente intenté contrarrestar su movimiento con la palma de mi mano. Que nos intentaba demostrar ¿? Que el cuerpo humano está estructuralmente desarrollado para rechazar el cambio a nivel completamente inconsciente, ya que corresponde a una reacción instintiva que deriva del autocontrol que ejerce nuestro cerebro para evitar el peligro. Así como respiramos y nuestro corazón late a nivel subconsciente, los mecanismos de reacción al peligro se activan automáticamente sin que alcancemos a racionalizar la respuesta. Es así como un conductor frena estrepitosamente ante la posibilidad de arrollar a un niño que corre tras su pelota y pasa frente al auto, y después se da cuenta que el vehículo frenaría mejor si hubiera pisado el pedal lento pero constantemente hasta detenerse en menos metros (así es como nacen los frenos ABS).

Lo anterior, lejos de desmovilizarnos por la opción de cambiar nuestras estructuras mentales en función del desarrollo de nuevas formas de trabajo más eficientes, es un excelente punto de partida para ello. Y la razón es muy simple, ya que al momento de internalizar que estos mecanismos actúan en forma automática, podemos ser conscientes de porqué rechazamos a veces en forma visceral cualquier tipo de cambio en nuestra estabilidad local y, así como aprendemos a controlarnos en ocasiones que normalmente sabemos podemos explotar de ira, podemos aprender también a desechar nuestro impulso casi irracional a decir que no cuando se nos manifiesta una nueva forma frente a nosotros. Ya no se trata entonces de ser reaccionarios frente al cambio, sino de ser proactivos a ceder ante nuestros impulsos más básicos que tenemos grabados a fuego en nuestros instintos.

Por ello, una de las técnicas de creación de ideas que propone Tim Hurson en su discurso justamente trata de evitar evaluar las ideas mientras las vamos desarrollando, porque naturalmente tendemos a analizarlas y rechazarlas en el acto. Esto ocurre muy a menudo en los llamados ‘brainstorming’, en donde al final poco se obtiene porque el ejercicio se ve interferido por ésta natural reacción que prácticamente no podemos evitar. Además, el proceso generativo de ideas tiene una característica fundamental en su multiplicación que es la reacción en cadena, esto es, por cada idea que se lanza sobre la mesa, sin análisis ni rechazo, surgen varias ideas nuevas por el puro hecho que las mismas nos llevan a nuevos dominios de soluciones que antes no habríamos explorado si no fuera por estos iluminantes que surgen en nuestra conciencia creativa. Entonces, en vez de apagar el impulso creador, no solo lo aviva sino que además lo multiplica. Pero claro, el proceso genera ‘mucha basura’ en su desarrollo, y es ahí cuando las ideas generadas deben ser limpiadas, tratadas, conjugadas y analizadas, de manera de obtener la mejor solución del grupo creador. Pero siempre después, no durante, de manera de sacar el máximo provecho al proceso.

viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Existen los fantasmas?

A propósito de un reportaje que vi hoy en el matinal antes de venir al templo del trabajo, me atrevo a abrir mi portafolio de artículos a riesgo de caer en el descredito del mundo de los racionales…

Recuerdo de la película Matrix Reloaded una explicación acerca de fenómenos paranormales muy convincente, eso si dentro de la metáfora propia de la película, siendo por ello solo una explicación referenciada a si misma e invalida en nuestro mundo real, si es que de verdad no vivimos conectados para abastecer de energía al mundo de las máquinas, como allí se plantea. En ella el Oráculo le plantea a Neo que cada vez que un programa (software) asimilaba a otro, o eran eliminados, copiados, mejorados, etc., se producían efectos secundarios en donde dichos programas ejecutaban cosas raras en este virtual mundo real. Bueno, esto es solo una película, pero lo traje a colación porque en el fondo la historia plantea un tema que los humanos tendemos a olvidar en nuestras vidas cotidianas, por lo cual entendemos como fenómeno paranormal todas las cosas que se salen de lo que entendemos como verdad o como realidad. En la película, la metáfora de fondo es que existe una dimensión invisible al sentido humano que, aunque no la percibimos, existe de todas formas, y de vez en cuando se manifiesta en nuestro campo de la percepción.

Y por ahí viene el punto que intento lograr. A diario vemos el mundo tal y como se nos presenta, y asumimos que es todo lo que hay. Sin embargo, y en términos de máquinas para exagerar la idea para su mejor comprensión, para captar ese mundo tenemos solo cinco sensores aceptados como tales, un disco duro, una poderosa CPU y un sistema de inteligencia de datos extraordinario que nos permite correlacionar información, encontrar patrones, etc., nada más. Lo anterior nos permite entender éste mundo que se nos presenta, pero nos impide entender cualquier manifestación que dichos instrumentos cuales antenas no logran percibir. Nuestra propia soberbia nos hace pensar que el mundo es tal y como lo percibimos, porque definitivamente no podemos percibir otras escalas de la realidad que podrían ser invisibles en sentido genérico a nuestros sentidos, y retomando la idea anterior, estoy hablando específicamente de otras dimensiones que definitivamente, por mucho que queramos, no podemos entender. Pero ello no significa que no exista. Es como la eterna discusión sobre la pobreza, el hecho que la gente del barrio alto de Santiago no perciba la pobreza porque no la ve no significa que no exista, solo significa que no la ve. O cuando un árbitro de buena fe no cobra un penal no significa que no existió, solo significa que no lo vio.

Pues bien, dicho lo anterior, hay una historia relatada maravillosamente por el científico Carl Sagan en su libro y serie COSMOS, que mucho de ustedes a lo mejor recuerdan de cuando eran chicos. Para ello, una breve explicación. Nosotros vivimos en un mundo tetra dimensional: Alto, Ancho, Profundidad y Tiempo. Solo para facilitar la explicación, dejaremos la variable del tiempo fuera del juego, y por ello aceptamos para este ejemplo que vivimos en un mundo tridimensional. Vemos cubos, esferas, manzanas como un cuerpo, etc. Pero imagínense descubrimos un mundo bidimensional, en donde las variables percibidas por los seres que en ella habitan son solo el Ancho y la Profundidad. No existe la altura, y todo se mueve y existe en un plano. Por lo tanto, hablar de arriba o abajo no tiene ningún sentido en este mundo, simplemente el concepto no se comprende.

Pues bien, en este mundo plano vive el Señor Cuadrado, la Señora Circulo, y el joven Triangulo. Ellos pasean por la plaza del pueblo bidimensional, y cuando se ven a lo ancho y en lo profundo se saludan… “Hola Sr. Cuadrado”; “Hola Sra. Círculo”; “Como estuvo el carrete joven triángulo”… La vida era tranquila en el pueblo bidimensional, hasta que un buen día aparece en lo más alto del pueblo un cubo. “Hola Sr. Cuadrado, Sra. Circulo, joven Triángulo, como están ¿?”. Imagínense la reacción de los habitantes del pueblo, escuchan una voz celestial y no tienen ni la menor idea de donde viene la misma… por ello se atreven a preguntar “Perdón, quién eres, y donde estás”… a lo cual el cubo les contesta “Soy el Sr. Cubo, y estoy acá arriba”… Arriba ¿? Que es eso ¿? No entiendo, no lo veo, es solo una voz en nuestras conciencia que nos habla, porque no logramos percibirla en nuestro campo visual, no logramos palparla u olerla cerca nuestro, solo logramos oírla. Pero donde ¿? El inteligente joven Triángulo se le ocurre preguntar “Sr. Cubo, lo escuchamos, pero no lo podemos ver ni a lo ancho ni en lo profundo de nuestro pueblo, donde está usted ¿?”. Ahí el cubo atino y comprendió que los sentidos de sus nuevos amigos les hacían incapaz de verlo, por ello decide bajar hacia el mundo plano en el cual ellos viven. Y al tocar suelo, sus contertulios impresionados porque de la nada aparece un nuevo objeto en su mundo, logran sobreponerse a esa extraña situación y logran sacar la voz diciendo “Ahora si lo vemos Sr. Cubo, pero usted es pariente del Sr. Cuadrado, porque son igualitos… ¿?”. Claro, al bajar el cubo al mundo bidimensional, solo logra ser percibida su componente que toca el suelo, que corresponde a un lado del cubo (o sea, un cuadrado), pero no logran percibir el volumen de su nuevo amigo…

Que dirían ustedes, si fuesen triángulos, cuadrados o círculos en ese mundo bidimensional ¿? Seguramente dirían que se trata de un fenómeno paranormal. Pero lo único raro que lograríamos concluir es que de la nada se apareció un cuadrado en la plaza de nuestro pueblo, nada más. No podríamos conjeturar la existencia de volúmenes, de arriba y abajo, nada de eso. Aún cuando ante nuestros sentidos se manifiesta un nuevo ser, no podríamos entender nunca la naturaleza de dicho ser, solo un reflejo del mismo en nuestro mundo y ante nuestra percepción. Entonces, con la certeza científica del cuento antes relatado, y dado que estamos estructuralmente incapacitados para siquiera entender otras dimensiones que las antes expuestas, algunos de ustedes se atrevería a decir que no existen los fantasmas ¿? Que no existe alguna clase de dios ¿? Que los ‘fenómenos paranormales’ son inventos de algunos por aparecer en la televisión ¿? Al menos para mí los mal llamados científicos que pregonan que tales mundos no pueden existir en nuestra racionalidad están completamente equivocados, porque científicamente no los pueden negar si no tienen las herramientas sensoriales para ello. Y lo anterior tiene dos conclusiones muy poderosas: La importancia del mundo sensorial en el razonamiento científico; y la invalidez de los discursos racionalistas que indican que todo lo que no pueda ser probado no existe. Respecto de lo último, traigo a colación una frase espectacular de un amigo filósofo argentino investigador del pensamiento sistémico “La ignorancia de la ignorancia hace vivir en la seguridad de la propia sabiduría y es fuente de soberbia y a veces de insolencia”. Que fuerte es esa frase… La ignorancia de la ignorancia, es decir, lo que no sabemos de lo que no sabemos. Cada uno de nosotros puede opinar libremente de lo que sabe, pero puede opinar de lo que no sabe, si no sabe de que se compone ¿? Y si llevan más allá la metáfora, encontrarán mucho más mitos que derribar, concepciones erradas del mundo que develar, paradigmas pétreos que quebrar…

Al final, y con plena conciencia de aplicar el rigor científico en mi forma de modelar el mundo, solo puedo parafrasear lo que mi padre siempre me dijo… “Yo no creo en brujas, pero de que las hay, las hay”.