miércoles, 2 de marzo de 2011

Do the Evolution

Oponerse a la construcción de mega proyectos eléctricos tales como La Castilla o HidroAysén no significa necesariamente estar en contra del desarrollo económico, ser verde o ecologista, ni menos un “hippie de mierda” como dijo alguna vez una funcionaria de la CONAMA. Hay muchas cosas en juego para todos los bandos involucrados respecto de éstos emblemáticos proyectos como para discutir con tanta liviandad respecto de ellos, sobre todo quienes tachan de ignorantes, desinformados o derechamente terroristas verdes a quienes plantean posiciones divergentes. Todas las diferentes visiones y posiciones son constitucionalmente válidas, por lo que la discusión ni siquiera debiera ser un tema meramente administrativo como sugiere la 'institucionalidad ambiental', sino de representación pública, porque todos tenemos derecho a voz y a voto respecto del uso de los recursos en nuestro país. Por ello, valoro de inmediato el esfuerzo del Biministro de Energía en implementar una mesa de diálogo al respecto.

Estamos claros que Chile requiere mayor generación de energía eléctrica. Y se hace más importante hoy con la escases del recurso, la falta de proyectos que comiencen su operación en el corto plazo, y la competitividad de nuestros productos en el exterior. Pero nada de lo anterior es razón suficiente para tomar decisiones apuradas para palear las crisis presentes, porque lo único que demuestra la falta de planificación respecto de la potencia necesaria y la diversificación de la matriz es que curiosamente beneficia a los proyectos más polémicos. Es decir, queda la duda razonable como dicen los leguleyos de que éstas faltas de previsión sean ocasionadas justamente para allanar el camino a proyectos complejos desde el punto de vista del impacto ciudadano. Hace poco dijo el Ministro Golbourne que era poco serio pensar que la híper ventilación de la actual crisis de generación iba a incidir en la aprobación de proyectos polémicos, como los mencionados, porque los mismos entrarían recién en operación en 5 o 10 años más. Es cierto, pero olvido decir el ministro que las aprobaciones de los mismos son ahora, no después, y el mejor caso lo demostró el extraño episodio del cambio de evaluación de impacto ambiental del proyecto La Castilla.

Pero porqué tanto alboroto? En lo personal, porque encuentro que estamos presenciando una negligencia ambiental y sustentablemente criminal al apostar por proyectos cuya mejor inspiración es la rentabilidad económica segura y de corto plazo. Claro, todo proyecto lo debe ser en un país que deja que el mercado planifique su futuro. Pero es fácil decirlo cuando se vive a miles de kilómetros de quienes se verán afectados. Es fácil para los chilenos que vivimos en el centro político y geográfico aprobar con mano ajena estos proyectos, cuando estamos tan lejos de dichas realidades. Es decir, vivimos en regiones que consumen mucho más energía de la que producen, y por ello echamos mano de cualquier cosa que nos sirva y que esté a miles de kilómetros de nuestras casas. Algo de eso hay por ejemplo en las protestas de los vecinos de Colina y TilTil, que se sienten el patio trasero de Santiago, allí donde llega todo lo indeseable de los capitalinos. Entonces, es irresponsable hablar de una intervención en el río Baker para obtener energía hidráulica, si para quienes viven de las bondades de ese río significa la destrucción total de sus estilos de vida, y aunque sean 10 pelagatos los que viven de él, porque si no estamos dispuestos a construir una central nuclear, a carbón o cualquier otra cosa contaminante en Santiago, sería bueno recordar que la caridad empieza por casa. Y peor, ya algunos capitalinos, y con justa razón, están alegando por el centro de estudios nucleares del reactor de La Reina, a consecuencia de lo que hemos presenciado tras el terremoto ocurrido en Japón.

Negligencia criminal porque solo estamos evaluando la rentabilidad económica de corto plazo. Acaso ya nadie se acuerda del viejo dicho ‘Pan para hoy, Hambre para mañana’? Si el carbón y el petróleo son materias primas fósiles, significa que su oferta disminuirá en el tiempo, por lo que su costo aumentará paulatinamente a futuro por cada MW producido o, eventualmente, deberán cerrarse porque se acabó comercialmente la materia prima. Ni hablar de los carteles del petroleo o quizás algún día del carbón. O sea, visto así, es francamente estúpido. Peor aún, "el" proyecto que asegura hoy día el aumento dramático de la oferta eléctrica es la eficiencia energética. No requiere estudios de impacto ambiental, no necesita de grandes inversores ni nada de eso, y más encima es un buen negocio en el mediano y largo plazo para cualquiera que lo impulse en su industria en incluso en sus casas. Solo requiere de voluntad, y bueno sería que el Estado genere incentivos para que esa voluntad se desarrolle, como lo ha hecho en otros episodios históricos, sobre todo considerando los altos ingresos sobre presupuesto que se están obteniendo del alto precio del cobre. Un excelente ejemplo lo lleva adelante el Ministerio de Defensa, gracias al plan que ha impulsado el Ministro Allamand. Pero claro, para las generadoras y las distribuidoras es un mal negocio… y peor negocio para los inversores eléctricos, porque con un precio nudo más bajo sus proyectos ya no son tan atractivos.

Y después de la eficiencia, qué? Hoy en día existe una inigualable oferta de sistemas de generación sustentables (nada verde, cuando digo sustentables digo que sus materias primas siempre existirán y que el principio de generación siempre será posible de ejecutar, lo que no es el caso de las centrales hidroeléctricas, por ejemplo). Tenemos la energía eólica, la mareomotriz, la de convección de aire, la solar, etc., todas ellas con nuevas tecnologías de menor costo de implementación y mayor eficiencia y eficacia. Y en un futuro cercano se sumarán todas las formas de explotación del hidrógeno, gracias a los tremendos avances experimentales que se llevan a cabo en laboratorios de avanzada, que han logrado separar este elemento del oxigeno desde el agua (incluso hasta de la orina!), y agua en el planeta tenemos mucha.

Una de las grandes críticas a las ERNC (Energías Renovables No Convencionales) es la falta de continuidad en la generación, requiriendo de otras fuentes de potencia fija para mantener la oferta constante. Si, el argumento es teóricamente real, pero tan real como estúpido. A mayor diversificación (geográfica y tecnológica) e inversión, menor probabilidad que las fuentes ERNC decaigan al mismo tiempo en la potencia generada, necesaria para alimentar el sistema interconectado. Un sistema estadístico, si claro, tal como las redes de datos Ethernet y TCP/IP que hoy usamos hasta para videoconferencias por Internet en todo el mundo, y que justo hace 10 a 15 años se pregonada su extinsión por el proceso estadístico. Es como jugar a la lotería dirán algunos. Si claro, así como jugamos a la lotería en las bolsas de comercio o con el precio del cobre, nada nuevo para nuestro sistema económico. Curiosamente, en España, el año pasado debieron detener el aporte al sistema interconectado de fuentes eólicas debido a la sobreoferta del sistema, ya que no pudieron disminuir técnicamente el aporte de las centrales nucleares. Exáctamente lo contrario en la práctica a lo que predican los agoreros.

Otra crítica es su alto costo, que es lógico cuando el mercado es pequeño. Si el mercado se desarrolla, los precios bajan. Tan simple como de primer año de universidad. Al respecto, hay personas y empresas dispuestas a pagar por energías “limpias” aún cuando sean más caras, sobre todo por la famosa y bien pensada huella de carbono, ya que les permiten colocar sus productos (o dormir tranquilos) en mercados de mayor consciencia ambiental. En Austin, Texas, se desarrollo un sistema que permite a clientes elegir qué tipo de fuente energética desean, pagando más por KW de fuentes ERNC pero a precio fijo por 20 años. En Chile, muchas industrias podrían generar su propia energía a través de fuentes ERNC gracias a los activos geográficos dispersos en diversas localidades y de bajo uso por metro cuadrado, por ejemplo el caso de las sanitarias. En este último caso, la producción de energía a partir de los residuos de aguas servidas es viable y rentable. En todos los casos, técnicamente consiste en inyectar al sistema interconectado la potencia de las nuevas fuentes, en donde las distribuidoras finalmente hacen el ejercicio de sumas y restas respecto del consumo de los clientes personas o empresas que elijen éste tipo de energía, independientemente de donde se produzcan. Es decir, no es un problema de implementación, simplemente requiere de cambios legales que regulen de forma más inteligente y eficiente la oferta y demanda energética.

La evolución supone hacer las cosas mejor, de manera más inteligente, y de manera que podamos sostener el crecimiento en el largo plazo. De lo contrario, simplemente cambiaremos tanto las condiciones ambientales que como raza no podremos adaptarnos a ellas, y nos extinguiremos como los dinosaurios. Entonces, evolucionemos, pero para desarrollar un mejor lugar para vivir, no para obtener mejores rentabilidades a costa de otros.

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