jueves, 13 de enero de 2011

La Suma de Todos los Riesgos

Si asocian el título de este post con la novela La suma de todos los miedos, si, la idea la saqué de ahí. En todo caso lo único rescatable al menos de la película es justamente el título… nada más. El mismo implica un tema nada menor, porque muchas veces vemos el riesgo como un único todo monolítico y grandilocuente, al cual enfrentamos con medidas para que no ocurra, o al menos su impacto sea el menor posible. Es así como para catástrofes naturales como los terremotos en Chile, tenemos normas especiales y específicas de construcción que debieran proteger la actividad humana ante un riesgo permanente. Debieran, porque ya vimos como no todos las cumplen… Y así en diversas áreas, identificamos los riesgos, preparamos las medidas para mitigarlos, generamos las alertas correspondientes para tomar acciones reactivas en caso que todas las medidas preventivas fallen, etc.

Pero como irán adivinando, no todas las catástrofes son únicas, monolíticas y grandilocuentes como para caer rendidos ante ellas y accionar todos los circuitos de gestión del riesgo. Muchas de ellas son una suma de pequeños eventos que, por pequeños, no avisan ni son percibidos por quienes están llamados a percibirlos. Muchas veces son solo pequeñas negligencias en todas las áreas que al final explotan en grandes titulares en la prensa, la única voz acusatoria a quién todos temen... Pequeñas negligencias que normalmente perdonamos porque ‘hay que mantener la gobernabilidad’, ‘hay que tener espíritu de equipo’, ‘debemos ser empáticos’, o ‘hay que ser respetuosos’, y miles de otras frases acuñadas por los negligentes profesionales. Ejemplos de ello hay muchos y todos bien graves, como la explosión de calle Serrano en Valparaíso, la burbuja financiera de la última crisis económica global, la no alerta de tzunami en el último terremoto en Chile, etc. Y el mayor problema es que al final no hay culpables con nombre y apellido, porque las negligencias ocurren en todos lados, y no podemos responsabilizar solo a uno o dos por las malas decisiones de varios. Y digo malas como eufemismo, porque no me queda claro que sean solo malas… Entonces las investigaciones se diluyen, la prensa pierde interés, aunque los culpables ‘sectoriales’ sean removidos de sus cargos (máxima condena), los procesos o acciones riesgosas y negligentes siguen igual, y todo queda en nada. Es decir, mientras más negligente pueda llegar a ser una sociedad respecto de ciertas materias, más ella vive en una bomba de tiempo de catástrofes venideras. Y ésto no es adivinación, es el mero ejercicio de la razón.

Por ejemplo, la industria de la aviación tiene excelentes métodos para corregir los riesgos de una actividad que por siempre entendemos riesgosa, o al menos de baja tasa de accidentes pero de alto impacto. Por cada accidente investigan hasta el último tornillo perdido a 5 kilómetros debajo del agua, y cuando logran sacar conclusiones en base a reales pruebas científicas, obligan a toda la industria a cambiar aquellas cosas que produjeron la falla. Y eso es muy bueno, porque de verdad pueden decir que aprenden de sus errores, aún cuando demuestren implícitamente que van mejorando en el hacer y en base a fatalidades, algo así como ‘en el camino se arregla la carga’. Y porqué es así cuando cualquiera podría suponer que debieran ser máquinas perfectas ¿? Porque los sistemas son tan complejos que es humanamente imposible entender el todo. No es muy feliz, pero es la triste realidad. En una cultura acostumbrada al pensamiento lineal y al ‘divide y vencerás’ como método de análisis de sistemas complejos, se pierden las relaciones entre las partes cuando el sistema las exige.

Siempre recuerdo el caso del Apolo 13, que quedó a la deriva en el espacio en su misión a la luna, pero que solo termino con éxito en el rescate de los tres astronautas. Un problema muy similar se produjo muchos años después en un vuelo de la TWA en Estados Unidos, que al explotar en el aire mucha gente pensó que se trataba de un misil lanzado por algún grupo terrorista (no podía ser otra cosa ¡!). En ambos casos, un cable que comunicaba un sensor no estaba en buen estado y terminó por cortarse por las vibraciones de las correspondientes naves en vuelo. Y claro, ante el riesgo de falla de un sensor, simplemente se asegura instalando un segundo cable de seguridad para que dicha información no se vea interrumpida. Fácil. Sin embargo, en ambos casos nadie reparo que el recorrido de dicho cable pasaba al lado de elementos altamente inflamables, por lo que cualquier chispa o recalentamiento de ese cable cortado o en mal estado, y a la deriva, terminó por encender la mezcla con los resultados esperados y conocidos. En ambos casos, la industria reparó la falla sistémica en sus naves y nunca más ocurrió en la misma industria. Pero por los mismos problemas descritos, linealidad del pensamiento y ‘divide y vencerás’, la industria de la aviación no supo o no entendió el aprendizaje de la catástrofe del Apolo 13 antes de tener su propia catátrofe.

Entonces, la capacidad de pensar un múltiples dimensiones o al menos no negar la posibilidad de riesgos inminentes donde aparentemente no los hay, es importantísima a la hora de evaluar riesgos menores, porque la suma de ellos puede ser (y ha sido) tan devastadora como los grandes riesgos monolíticos y grandilocuentes. Cada riesgo por muy menor que sea puede multiplicarse millonariamente con otros también menores a la vista de un pensador sistémico o multidimensional, pero pasan completamente desapercibidos para un pensador lineal, porque Nada es Ortogonal. Pero que hacemos ¿? Los denostamos, los tratamos de ignorantes, de alarmistas o de pesimistas, los mandamos de embajadores a Siberia, o a cualquier oficina donde no moleste a nadie, si es que no lo han echado por no contribuir al ‘trabajo en equipo’. “La ignorancia de la ignorancia hace vivir en la seguridad de la propia sabiduría y es fuente de soberbia y a veces de insolencia” (Charles Francoise, Argentino).

Ya es hora que cambiemos el switch. La globalización, el sobre poblamiento y el agotamiento de los recursos naturales nos obligan a pensar mejor, a pensar en múltiples dimensiones, a pensar que Existen los Fantasmas. Ya no basta con respuestas simples para un mundo y una sociedad altamente complejas. Es tan negligente como el que calla cuando tiene que hablar y advertir, es tan criminal como quién no aviso del maremoto cuando la evidencia era clara, porque ‘no hablaba inglés’.

1 comentario:

  1. Queda claro que no todos los riesgos son iguales, pero quién es el encargado de medir el tamaño de los riesgos? o son todos los riesgos medidos por las personas correctas? o con qué grado se puede medir el riesgo que pueda ser catalogado y entendido por la mayor cantidad de personas en una organización??? por ejemplo el caso de los colados Nestlé (que igual son Gerber porque son la misma compañía) que tienen un elemento de riesgo para los bebés que los consumen o el riesgo de tener antenas wifi o de celular casi dentro de las casas en esos mismos niños por la radiación????
    Piensas que cada "rama", "ministerio", "sección" o como se llame tenga un analizador de riesgos y que converse con su par? así se tomen decisiones buenas, como los semáforos LED (que tendrían que quemarse todos los led de una luz para que deje de funcionar) así se evita el riesgo de perder una luz donde se juega con la vida o siniestros de las personas??. Buen tema. Concluyo que esto que todas las actividades de interacción humana tienen riesgos y que no sólo los comités de ética están para corregirlos ex-post sino que aun no estamos preparados para verlos en un nivel multidimensional. Ayudarán mucho las tecnologías que vienen tales como AR (realidad aumentada) y Surface de Microsoft. (Me encanta AR). Saludos Rafa!!

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