La última vez que estuvimos en
ese amargo y ansioso trance de subir a primera división fue el año 2003.
Faltando cuatro fechas para terminar el campeonato, jugábamos con uno de los
colistas eternos del fútbol de ascenso, Lota Schwager, de locales en Sausalito
y en donde solo necesitábamos el empate. Ese día, ante unas 18.000 personas,
nos fuimos al descanso perdiendo 1x3, y nadie entendía nada. En el segundo
lapso Everton terminó ganando 5x3 y volvimos a primera división, junto con el
cuadro de La Serena.
Y llegó el año 2007, con toda la
fanfarrea de la Sociedad Anónima. Se trajeron buenos nombres, entre ellos los
arqueros Johnny Herrera y Gustavo Dalsasso, y el ex entrenador de la Selección
Nacional, Juvenal Olmos. Según la planilla, los juegos previos y la seriedad de
la SADP que reemplazaba años de malas dirigencias, se auguraba un año de éxitos
o al menos de salir del anonimato. Y no fue un año para nada normal, pero
porque casi nos fuimos a Segunda División nuevamente. Una vez despedido el
entrenador, se hizo cargo Jorge “Chicho” García, muy querido por la afición y
que ya había tomado al equipo antes en situaciones complejas, pero fue tan malo
el año que ni él nos pudo salvar. Ahí vino el famoso llamado a Nelson Acosta,
que llegó, motivó, y sacó al equipo de la zona de descenso. Al menos nos
manteníamos en primera, mientras el archirrival era atrapado por el fantasma
del descenso. Y bueno, después de esa salvada y la ineficiencia demostrada el
primer año por la SADP, no había mucha fe que repartir.
Y así llegó el 2008, con un
equipo mezcla de nuevos pero experimentados nombres, con jugadores de
temporadas anteriores, y una apuesta joven llegada de Bahía Blanca, Argentina,
un tal Ezequiel Miralles, del cual solo teníamos de referencia que era
compañero de ataque del famoso jugador de Boca Juniors (hoy en el Inter de
Milan), Rodrigo Palacios. El primer partido lo perdimos 4x0 contra Cobresal en
el mineral de El Salvador, a más de 2.000 metros de altura del nivel del mar.
Bueno, sería un año seguramente como todos los anteriores, rozando la bajada a
segunda división. Pero luego jugamos en casa contra la Universidad Católica, y
pese a una nueva derrota de 0x2, se vio un partido de mucho ataque y goles
perdidos. Miralles comenzaba a mostrar lo que tenía. Y así empezó, ganando
partidos por aquí por allá, hasta el famoso 3x2 que ganamos a Unión Española
(actual sub campeón del fútbol chileno) en su cancha, lo cual traía una carga
importante de simbolismos… Primero, porque quedamos punteros del fútbol chileno
por primera vez desde 1976, el último año que fuimos campeones; segundo, porque
le ganamos nada menos que a Unión Española, el mismo equipo con quién habíamos
luchado tantas finales, incluyendo la famosa final que ganamos en 1976; y
finalmente, porque el equipo ganaba un partido en donde como nunca se veía que
jugaba a lo campeón. La ilusión se encendió en muchos de nosotros.
Y llegaron los play-off, y fuimos
campeones. Contra todos los pronósticos de la prensa, del fútbol nacional en
general, éramos campeones por cuarta vez en nuestra historia, superando
nuevamente al archirrival en campeonatos, el cual además se hundía cada vez más
en la segunda división. Y bueno, recordando la gesta del 2003, muchos de
nosotros quedamos en paz, que el ascenso de ese año no era lo último, sino que
ahora, éramos campeones y habíamos sido testigos privilegiados de dicho evento.
Fue un buen año.
Pero nuestro querido equipo nos
tenía más sorpresas. Jugamos Copa Libertadores el 2009, y le ganaríamos a Lanús
en su cancha en Buenos Aires, lo cual además establecería una nueva marca al
ser el primer equipo chileno en ganar en Argentina por esa copa. Lanús era
puntero de la liga de Argentina hasta ese momento, y les cortamos una racha de
14 partidos sin perder como locales. Hasta la gente de Boca Juniors diría
tiempo después que “… tuvo que venir Everton de Chile a matar el maleficio de
que estos colores (Everton y Boca compartimos los mismos colores de la
camiseta) y que nos permitió ganar en cancha de Lanús por primera vez en
nuestra historia (Alfio Bazile, DT de Boca Juniors)”. Y eso se notó en las
calles de Buenos Aires, ya que al día siguiente los hinchas de Boca nos
saludaban como hermanos a quienes tuvimos la suerte de ir a ver ese partido.
Reconozco que en lo personal me emocionó más ese triunfo que la copa del 2008,
porque de cierta forma el campeonato lo esperaba, pero ganar en Argentina,
nunca…
Pero no pudimos pasar a la
siguiente ronda en esa Copa. Solo nos quedaba celebrar los 100 años del club
jugando contra la Universidad de Chile en Sausalito, el mismo día de la
fundación del Club (24 de Junio). Y ganamos, por un gol a cero, con gol de
Ezequiel Miralles. Tanto que tampoco sirvió de mucho, porque en el partido de
vuelta de la semifinales del Campeonato de Apertura del 2009, la “U” nos
ganaría 3x1 y sería campeón a la postre. Sin embargo, ya eran dos sueños hechos
realidad para muchos de nosotros que no conocimos en cancha de las glorias del
pasado del Club. Y ese año se rumoreaba el tema del BrotherHoodMatch, frente a
los amigos del Everton inglés, pero muchos pensamos que eran solo sueños.
El 2009 se fue sin mayor gloria,
y llegaría el 2010, año que comenzó con el terremoto que dejó en muy mal estado
nuestro estadio, y nos obligó a jugar en Playa Ancha (Valparaíso), en el
estadio del archirrival. Eso a muchos ya nos olió muy mal, se nos iba a ‘pegar’
el fantasma del descenso, porque Wanderers acababa de volver a primera
división. Y no fue tan irreal, porque el inicio de ese año no fue nada muy
bueno, y perdimos muchos partidos. Sin embargo meses después pudimos volver a
Sausalito, y empezamos a ganar nuevamente. Y se anunció lo que se suponía solo
un sueño, el partido contra el Everton inglés en Liverpool para Agosto de ese
año. Lo primero que se me vino a la mente cuando escuche lo del partido, fue
cuando de chico supe de la existencia de éste Everton en Inglaterra, le
pregunté a mi padre si alguna vez podríamos jugar juntos, a lo cual él me
respondió que sería muy difícil. Y ahí estaba, hecho realidad. Y fuimos a
Liverpool sin pensarlo mucho, sin entender que realmente significaba, quedando
el equipo en 6to lugar en la tabla anual del campeonato 2010. No era un mal
lugar, sobre todo considerando el mal inicio del año.
Y el viaje fue un sueño. Fue todo
bueno, fue demasiado. En algún momento pensé que cual sería el costo de tanta
sueño de niño hecho realidad: salir campeones, ganar en Argentina, jugar con
nuestros amigos de Liverpool. Y bueno, como todo sueño se acaba, este en
particular se acabó de la peor forma, yéndonos a segunda división a fines del
2010, justo cuando se anunciaba un nuevo Sausalito debido al mal estado en que
había quedado tras el terremoto. Las lágrimas propias y de muchos amigos no
esperaron, la tristeza de “Los del Cerro”, el discurso de Antonio Bloise en un
asado con la barra cargado de emotividad… El fantasma del 2007 había regresado,
como cobrando la factura por tanto sueño cumplido.
Y bueno, el 2011 aparecíamos
jugando en la segunda división del fútbol chileno, tal cual había sucedido una década
atrás. Pero todos suponíamos una pasada rápida, que no fue. Los malos
resultados obligaron a cambiar el técnico, que tampoco trajo muy buenos
resultados. Era como si el equipo estuviese viviendo la resaca de tanto logro
anterior. Llegamos a final de año y por un gol no pudimos subir en dos
oportunidades. Era la lápida, era demasiado malo para ser verdad. Lo único que
de alguna forma nos tranquilizaba era saber que preferíamos eso a nunca haber
bajado a segundo división pero tampoco haber sido campeones, haber ganado en
Argentina, y haber jugado en Inglaterra y España.
Y así llegó el 2012, cargado de
buenas energías, teníamos que subir si o si, ya habíamos pagado las facturas y
teníamos que volver al fútbol de honor. Pero el año, nuevamente, partió mal, y
cambiamos nuevamente de entrenador. Ahora venía Victor Hugo Castañeda quién nos
ilusionó con unos muy buenos primeros partidos. Pero luego tocamos fondo, ya
nada podía ser peor. Muchos presumíamos que pasaríamos un tercer año en segunda
división (el 2013). Pero finalmente los astros se conjugaron, las brujas se
fueron de Sausalito, y teníamos una posibilidad, aunque mínima de subir a
primera para el 2013. Y justo en el último partido en Sausalito antes de su
remodelación, le ganábamos 1x0 a Universidad de Concepción. Era poca
diferencia, considerando que el año anterior ganábamos por la misma escasa
diferencia en las mismas circunstancias a Unión San Felipe, y finalmente nos
quedábamos sin nada ya que en el partido de vuelta por la promoción nos ganaban
por 2x0.
Al final, todo se resolvía en el
estadio “Collao” de Concepción, a 600 kilómetros de distancia. Había que ir, si
bien el equipo no estaba tan bien preparado como en el año anterior, había un
aroma de que no podíamos seguir en segunda, no sé si porque realmente lo
presentíamos, o porque simplemente no aguantábamos más otro año en los potreros.
Y partió a Concepción la caravana Oro y Cielo, más de 3.000 hinchas llegaríamos
al estadio en un número importante en función de la lejanía. Tanto así que a la
hora del partido, no quedaba claro en el estadio si había más hinchas de
Everton o de la Universidad de Concepción. Se respiraba un ambiente de triunfo,
hasta las gaviotas, típica ave viñamarina, se paseaban por el estadio como
saludándonos… Pero todo empezaba mal, ya que a los 10 minutos nos cobraban un
penal en contra. Y cuando el jugador del otro equipo tira el penal fuera del arco,
la ilusión empezaba a nacer de verdad. Luego vendría el gol de José Luis Muñoz,
el Jota, el Ribery, el mismo del gol del triunfo en Argentina frente a Lanús,
casi terminando el primer tiempo. Algo en el horizonte se levantaba, se veía
por fin el final del túnel. Ya al equipo rival le costaba 3 goles para quedar
en primera, o al menos dos para forzar a los lanzamientos penales. Pero el
destino quiso que siguiéramos sufriendo, porque a los 60 minutos nos cobraban
otro penal en contra. Si el primero claramente estuvo mal cobrado, este estaba
bien cobrado. Y el rival lo cobra quedando 1x1. Ellos a un gol de forzar los
penales, nosotros a 30 minutos de volver a primera división. Y todo fue nervios
hasta solo 3 minutos después, cuando el mismo Ribery marca el 1x2, con pase de
cabeza de Maxi Ceratto después de un saque de valla del mismísimo Dalsasso,
nuestro gran arquero, nuestro gran capitán, el héroe, el ídolo de las gestas
heroicas que sacrificando su futuro económico decidió quedarse en Viña del Mar,
por su gente, por los colores, por el verdadero amor a la camiseta, ese amor
que es más importante que un sueldo. Quedaban todavía unos 25 minutos, y si
bien a la Universidad de Concepción le volvía a costar dos goles ir a
lanzamientos penales, se fueron con todo buscando el resultado y Everton, como
nunca, solidificó una defensa que durante todo el año anduvo muy irregular.
Fueron minutos de terror, estábamos tan cerca del objetivo pero a la vez se
veía tan difícil mantener la diferencia… hasta que faltando unos 10 minutos el
jugador Díaz del rival hace una falta grosera contra Maxi Ceratto que le cuesta
la expulsión al primero. Ya era un buen atisbo, faltaban unos 10 a 15 minutos,
estábamos 2 goles arriba y ellos se quedaban con uno menos. Pero el fútbol es
el fútbol, cosas peores se han visto. Y siguieron los minutos, siguió la
ofensiva del rival, hasta que faltando pocos minutos para el término, el
árbitro anuncia descuentos por unos 5 minutos… Una eternidad ¡! Era demasiado
tiempo, cualquier cosa podía ocurrir… Y recordé que en Argentina, había
ocurrido lo mismo, 5 minutos de sobretiempo cuando íbamos 1x1, y en el
sobretiempo Ribery marcaba el 2x1 a los de Lanús… Pero eran recuerdos,
estábamos ahora luchando por algo mucho más importante que no se nos podía
escapar… Y entre tanto nervio, tanto cántico desesperado, tanto mirar el reloj,
vimos entre lágrimas de esperanza como el 10 de Everton recién ingresado, el
argentino Luis Acuña, se llevaba a la defensa, enfrentaba solo al arquero y, en
vez de probar, la lanza hacia atrás para habilitar a un Suazo que venía más
solo que cuando llegamos al mundo, y marcaba el 3x1. Yonathan Suazo, un defensa
que no había brillado en todo el año, que siempre estaba en la banca y que
nadie quería, marcaba el gol que desataba la alegrías de los 3.000 que habíamos
llegado al estadio “Collao”, y miles más en Viña del Mar y en todo Chile. Ya
faltando un minuto del sobretiempo, Everton estiraba la diferencia para llegar
a penales a 3 goles, que era casi imposible. Aún se me asoman las lágrimas
cuando intento describir ese momento. Era el fin del maleficio, era el pago de
la factura de tanto sueño cumplido, era el fin de una era que al menos para mí
había durado 10 años, desde que volví al estadio con mi padre en marzo de 2003,
después de una larga diáspora lejos de Sausalito para ambos. Ese viejo que me
había heredado el amor por el equipo de Viña, pese a haber nacido y haberse
cridado rodeado de Wanderinos… Como mi abuelo, también del Everton. Esa cosa
que se traspasa por la sangre y no se puede cambiar, aún cuando podamos cambiar
de nombre, de religión, de sexo, de pareja, de todo o de cualquier cosa, pero
la pasión no se puede cambiar. Se nace con ella y se muere con ella, para los
hombres de buena voluntad…
Y recordaba los goles 5 goles
contra Lota Schwager cuando volvimos a primera el 2003, los 3 goles de Miralles
y Riveros cuando fuimos campeones el 2008, el gol de Ribery cuando le ganamos a
Lanús en Buenos Aires el 2009, y a todos los amigos de Liverpool que nos
animaban cada vez que podían, a Mike y sus hijos, a John y su familia, y a
tantos más que estoy seguro estuvieron tan pendientes como nosotros de aquel
partido en Concepción, a 600 kilómetros de casa. Y entre tanto recuerdo
empañado por las lágrimas de emoción, el árbitro termina el partido y, con
ello, se cerraba el ciclo. Se había acabado, Everton volvía con justicia al
lugar del cual nunca debió salir. Fueron 10 años de demasiadas emociones, a
veces buenas, otras malas, pero así es la pasión, con altos y bajos. Lo dulce
nunca es tan dulce sin el sabor de lo amargo, y no sabremos eso los hinchas de
Everton en todo el mundo, tanto en Viña del Mar como en Liverpool. No somos lo
más grande, pero somos nosotros, para nosotros y por nosotros.
Y el 25 de enero del 2013 empieza
otra historia.