viernes, 5 de noviembre de 2010

¿Existen los fantasmas?

A propósito de un reportaje que vi hoy en el matinal antes de venir al templo del trabajo, me atrevo a abrir mi portafolio de artículos a riesgo de caer en el descredito del mundo de los racionales…

Recuerdo de la película Matrix Reloaded una explicación acerca de fenómenos paranormales muy convincente, eso si dentro de la metáfora propia de la película, siendo por ello solo una explicación referenciada a si misma e invalida en nuestro mundo real, si es que de verdad no vivimos conectados para abastecer de energía al mundo de las máquinas, como allí se plantea. En ella el Oráculo le plantea a Neo que cada vez que un programa (software) asimilaba a otro, o eran eliminados, copiados, mejorados, etc., se producían efectos secundarios en donde dichos programas ejecutaban cosas raras en este virtual mundo real. Bueno, esto es solo una película, pero lo traje a colación porque en el fondo la historia plantea un tema que los humanos tendemos a olvidar en nuestras vidas cotidianas, por lo cual entendemos como fenómeno paranormal todas las cosas que se salen de lo que entendemos como verdad o como realidad. En la película, la metáfora de fondo es que existe una dimensión invisible al sentido humano que, aunque no la percibimos, existe de todas formas, y de vez en cuando se manifiesta en nuestro campo de la percepción.

Y por ahí viene el punto que intento lograr. A diario vemos el mundo tal y como se nos presenta, y asumimos que es todo lo que hay. Sin embargo, y en términos de máquinas para exagerar la idea para su mejor comprensión, para captar ese mundo tenemos solo cinco sensores aceptados como tales, un disco duro, una poderosa CPU y un sistema de inteligencia de datos extraordinario que nos permite correlacionar información, encontrar patrones, etc., nada más. Lo anterior nos permite entender éste mundo que se nos presenta, pero nos impide entender cualquier manifestación que dichos instrumentos cuales antenas no logran percibir. Nuestra propia soberbia nos hace pensar que el mundo es tal y como lo percibimos, porque definitivamente no podemos percibir otras escalas de la realidad que podrían ser invisibles en sentido genérico a nuestros sentidos, y retomando la idea anterior, estoy hablando específicamente de otras dimensiones que definitivamente, por mucho que queramos, no podemos entender. Pero ello no significa que no exista. Es como la eterna discusión sobre la pobreza, el hecho que la gente del barrio alto de Santiago no perciba la pobreza porque no la ve no significa que no exista, solo significa que no la ve. O cuando un árbitro de buena fe no cobra un penal no significa que no existió, solo significa que no lo vio.

Pues bien, dicho lo anterior, hay una historia relatada maravillosamente por el científico Carl Sagan en su libro y serie COSMOS, que mucho de ustedes a lo mejor recuerdan de cuando eran chicos. Para ello, una breve explicación. Nosotros vivimos en un mundo tetra dimensional: Alto, Ancho, Profundidad y Tiempo. Solo para facilitar la explicación, dejaremos la variable del tiempo fuera del juego, y por ello aceptamos para este ejemplo que vivimos en un mundo tridimensional. Vemos cubos, esferas, manzanas como un cuerpo, etc. Pero imagínense descubrimos un mundo bidimensional, en donde las variables percibidas por los seres que en ella habitan son solo el Ancho y la Profundidad. No existe la altura, y todo se mueve y existe en un plano. Por lo tanto, hablar de arriba o abajo no tiene ningún sentido en este mundo, simplemente el concepto no se comprende.

Pues bien, en este mundo plano vive el Señor Cuadrado, la Señora Circulo, y el joven Triangulo. Ellos pasean por la plaza del pueblo bidimensional, y cuando se ven a lo ancho y en lo profundo se saludan… “Hola Sr. Cuadrado”; “Hola Sra. Círculo”; “Como estuvo el carrete joven triángulo”… La vida era tranquila en el pueblo bidimensional, hasta que un buen día aparece en lo más alto del pueblo un cubo. “Hola Sr. Cuadrado, Sra. Circulo, joven Triángulo, como están ¿?”. Imagínense la reacción de los habitantes del pueblo, escuchan una voz celestial y no tienen ni la menor idea de donde viene la misma… por ello se atreven a preguntar “Perdón, quién eres, y donde estás”… a lo cual el cubo les contesta “Soy el Sr. Cubo, y estoy acá arriba”… Arriba ¿? Que es eso ¿? No entiendo, no lo veo, es solo una voz en nuestras conciencia que nos habla, porque no logramos percibirla en nuestro campo visual, no logramos palparla u olerla cerca nuestro, solo logramos oírla. Pero donde ¿? El inteligente joven Triángulo se le ocurre preguntar “Sr. Cubo, lo escuchamos, pero no lo podemos ver ni a lo ancho ni en lo profundo de nuestro pueblo, donde está usted ¿?”. Ahí el cubo atino y comprendió que los sentidos de sus nuevos amigos les hacían incapaz de verlo, por ello decide bajar hacia el mundo plano en el cual ellos viven. Y al tocar suelo, sus contertulios impresionados porque de la nada aparece un nuevo objeto en su mundo, logran sobreponerse a esa extraña situación y logran sacar la voz diciendo “Ahora si lo vemos Sr. Cubo, pero usted es pariente del Sr. Cuadrado, porque son igualitos… ¿?”. Claro, al bajar el cubo al mundo bidimensional, solo logra ser percibida su componente que toca el suelo, que corresponde a un lado del cubo (o sea, un cuadrado), pero no logran percibir el volumen de su nuevo amigo…

Que dirían ustedes, si fuesen triángulos, cuadrados o círculos en ese mundo bidimensional ¿? Seguramente dirían que se trata de un fenómeno paranormal. Pero lo único raro que lograríamos concluir es que de la nada se apareció un cuadrado en la plaza de nuestro pueblo, nada más. No podríamos conjeturar la existencia de volúmenes, de arriba y abajo, nada de eso. Aún cuando ante nuestros sentidos se manifiesta un nuevo ser, no podríamos entender nunca la naturaleza de dicho ser, solo un reflejo del mismo en nuestro mundo y ante nuestra percepción. Entonces, con la certeza científica del cuento antes relatado, y dado que estamos estructuralmente incapacitados para siquiera entender otras dimensiones que las antes expuestas, algunos de ustedes se atrevería a decir que no existen los fantasmas ¿? Que no existe alguna clase de dios ¿? Que los ‘fenómenos paranormales’ son inventos de algunos por aparecer en la televisión ¿? Al menos para mí los mal llamados científicos que pregonan que tales mundos no pueden existir en nuestra racionalidad están completamente equivocados, porque científicamente no los pueden negar si no tienen las herramientas sensoriales para ello. Y lo anterior tiene dos conclusiones muy poderosas: La importancia del mundo sensorial en el razonamiento científico; y la invalidez de los discursos racionalistas que indican que todo lo que no pueda ser probado no existe. Respecto de lo último, traigo a colación una frase espectacular de un amigo filósofo argentino investigador del pensamiento sistémico “La ignorancia de la ignorancia hace vivir en la seguridad de la propia sabiduría y es fuente de soberbia y a veces de insolencia”. Que fuerte es esa frase… La ignorancia de la ignorancia, es decir, lo que no sabemos de lo que no sabemos. Cada uno de nosotros puede opinar libremente de lo que sabe, pero puede opinar de lo que no sabe, si no sabe de que se compone ¿? Y si llevan más allá la metáfora, encontrarán mucho más mitos que derribar, concepciones erradas del mundo que develar, paradigmas pétreos que quebrar…

Al final, y con plena conciencia de aplicar el rigor científico en mi forma de modelar el mundo, solo puedo parafrasear lo que mi padre siempre me dijo… “Yo no creo en brujas, pero de que las hay, las hay”.

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